miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tu momento.

Por una vez en la historia, sintió que había llegado su momento. Dejó la pequeñez a un lado, abrió las alas, saboreó su valentía y notó su fuerza: estaba preparada. El maestro comenzó a señalar a los elegidos: aquella chica de allá, el chaval pelirrojo de su izquierda, el rubio larguirucho, la morena de la derecha…

Cuando se acercó a su posición, ella dio un paso adelante, segura de que el dedo del maestro apuntaría hacia su figura menuda y vibrante de emoción. Él ladeó la cabeza, sorprendido, sopesando las posibilidades de semejante elección. Luego, lentamente, meneó la cabeza negativamente.

- Aún no.

Con dolorosa humillación, ella plegó sus alas y se sintió disminuir. Decreció su fuerza, su valentía, su seguridad, y se entregó desesperadamente a la idea de que algún día llegaría el momento de volar y de ser libre. Aunque no fuese hoy.

Muy pequeña, y encogida sobre sí misma, entendió que las oportunidades llegan cuando uno menos se lo espera, y pasan de puntillas, sin grandes esplendores ni ostentosas revelaciones. También comprendió que su momento no vendría porque sí, que tenía que ganárselo, y concentrarse en crearlo y no sentarse a aguardarlo.

Uno es sus propias oportunidades, las que se concede a sí mismo; porque el que solo espera, desespera.

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Xidre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda, una gran lección que todos deberíamos aprender (;

Romina dijo...

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