sábado, 1 de marzo de 2008

El asesino de ojos verdes

Buenas!!

No sé como puedo llevar tanto tiempo sin pasar por aquí y sin colgar nada... Lo sé, soy un desastre, pero lo peor es... ¡¡que no tengo nada nuevo que colgar!! Soy terrible...
Por tanto, he decidido dejar aquí el primer capítulo de lo que iba a haber sido una historia. Lo escribí hace tiempo, y algunas y alo habeis leido, pero creo que, aunque es realmente penoso, es una de las cosas que he escrito que más me gusta. El asesino de ojos verdes... O la asesina de ojos verdes, es difícil saberlo. Como comprobaréis, está escrito para no desvelar en ningún momento si el/la protagonista es él o ella.
¿Por qué? Pues porque de eso se trataba... Se supone que durante la historia no se iba a saber quién era exactamente el asesino (o la asesina, insisto) hasta el final... Me gustaba esa historia, lástima que no fuese capaz de continuarla.
Pues aquí está:
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Sus ojos negros me lanzan una mirada de desesperación, está aterrorizado, y ambos lo sabemos. En sus profundos ojos, como un pozo negro sin fondo, puedo ver el miedo, miedo a la muerte. Sabe perfectamente que le quedan escasos segundos de vida, conoce su destino… Pero no quiere aceptarlo. Tiembla, suda, y dos lágrimas recorren sus mejillas marcando dos claros surcos en ellas. El hombre cae al suelo y me mira, suplicante.

- No me mates – pide. Puedo sentir su terror como si fuese mío, pero no dejo que me influencie -. Puedo pagarte a cambio… Pero no me mates, por favor…

Pobre hombre. No sabe que la suma que me van a pagar por su asesinato es, por así decirlo, exorbitante. Vuelvo a mirarle, y puedo ver como sus hombros se encogen, acompañando a un sonoro sollozo que sale de sus labios.

¡Quién me iba a decir a mí que vería llorar a un hombre así! No tiene aspecto de ser tan sensible, más bien diría que es uno de esos ejecutivos duros y crueles. Es un tío de unos cuarenta y tantos años, puede que incluso llegue a los cincuenta. Su cabello, encanecido, no es más que un triste recuerdo de lo que antiguamente debió ser: una maraña de abundante pelo negro. Y sus ojos… Sus ojos, del mismo color que el ébano, me transmiten un terror tan enorme que nunca creí que vería.

- Dime – murmura con esfuerzo -. ¿Cuánto dinero quieres?

Yo no estoy aquí para hablar, así que no contesto. No me pagan por mantener agradables conversaciones con mis víctimas, precisamente. De pronto, oigo pasos fuera del despacho donde nos encontramos, y le hago un gesto a este hombre para que no haga ruido. Asiente, me ha entendido, e incluso aguanta la respiración.

- ¿Fred? – pregunta alguien desde fuera -. ¿Pasa algo?

El hombre me mira, asustado. Aguanta mi poderosa mirada de color verde esmeralda con gesto nervioso, y después contesta.

- Va todo bien, Henry. No te preocupes.
- ¿Necesitas ayuda? – inquiere Henry.

Niego con la cabeza y dirijo el arma que sostengo hacia la puerta para luego volverla a apoyar en la sien de mi futura víctima. Él entiende lo que quiero decir: que como su amiguito abra la puerta, me lo cargo.

- No, no necesito ayuda, Henry. Va todo bien, perfectamente – este hombre está muy nervioso y traga saliva. No cree haber sonado convincente.
- ¿Seguro?
- Sí, seguro. Vete, anda. Paul dijo que tenía muchísimo trabajo, quizá puedas ayudarle a él.
- Uff, ¿sabes una cosa, Fred? En esta oficina parecemos todos unos malditos adictos al trabajo. ¡Son las diez de la noche y aún seguimos aquí!

Dios, el tal Henry me está hartando. Sería fácil hacerle pasar y liquidarlo para que no dé más problemas y cierre esa boca de buzón, pero el tío que me paga lo dejó bien claro: sólo un cadáver, si no, no se cobra. Así que tendré que confiar en que Henry se vaya.

- Ayuda a Paul y saldremos antes, Henry – le dice Fred, con voz cansada.
- Está bien. Hasta luego, Fred.

El pesado de Henry se va, y nos deja a solas a Fred y a mí. Pobre Fred, no parece un mal tío, pero alguien quiere verle fuera de juego. Me pregunto qué habrá hecho.

- Yo no he hecho nada – musita él, como si me hubiera leído el pensamiento -. No me mates… Te lo ruego… Haré lo que sea…

Lo siento, pero esto se está alargando demasiado para mi gusto, y yo no puedo más. Tengo que acabar mi trabajo aquí, y sólo existe una manera de dar por zanjado el tema…

PUM. Un solo disparo, casi encubierto por completo gracias al silenciador, y adiós a Fred Barclays. Me doy la vuelta y salgo de la misma forma que entré: por la ventana.
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Me he dado cuenta de una cosa: por todo lo que he colgado parezco un poco.... ¿sádica? XDDD No soy así, y prometo que en lo próximo que ponga no morirá nadie, ¿vale? XD

Besos!!
........-¨{Xidre}¨-.............