tag:blogger.com,1999:blog-68070681143490350162024-03-13T15:49:42.067+01:00La Prisión de CristalXidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.comBlogger35125tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-76988066281780266042011-07-13T21:01:00.002+02:002011-07-13T21:03:50.243+02:00A la sombra de un viejo y oscuro sauce.<span style="color:#33ccff;">Contemplaban un atardecer sonrosado, con jirones de nubes suaves y desordenadas en el cielo, y un débil olor a tulipanes impregnándolo todo. Sus espaldas apoyadas en el grueso tronco del sauce que coronaba la colina en que se hallaban: el horizonte se abría ante sus ojos, a su alrededor.<br /><br />Ella, pasaba una mirada llena de incertidumbre del cuaderno de tapas oscuras en el que escribía al paisaje que se extendía al frente. Él, bebía de la belleza del ambiente para transmitirla en un dibujo a carboncillo a medio hacer que sostenía entre sus manos. Sus mentes volaban difusas, creativas, libres y dispersas. Ella pensaba en él, él, en ella.<br /><br />Ella imaginaba la calidez de la piel aterciopelada de él; él, la suavidad del pelo oscuro de ella. Quién diría que, en realidad, ninguno de ellos era consciente de la presencia del otro. La chica se sentaba a la izquierda del enorme tronco, el muchacho a la derecha, y aquella barrera de madera oscura les separaba.<br /><br />Tan sólo se habían mirado a la cara una vez, meses atrás. Sus ojos se habían zambullido, los de uno en los del otro, y los dos corazones habían latido con una fuerza inconmensurable, desproporcionada. Los labios de ella se habían curvado en una sonrisa tímida, los de él, en una turbada.<br /><br />Y desde aquel día, aunque ellos no lo supieran, subían cada tarde la misma colina a ver atardecer apoyados en el mismo árbol, ella escribiendo sobre él, él dibujándola a ella. Cuando anochecía, él bajaba por el lado sur de la colina, hacia su casa, y ella se dirigía a la ladera norte.<br /><br />Nunca se veían, aunque estuviesen tan cerca, y nunca se volverían a ver. Las hojas de sus cuadernos se llenarían de sentimientos, en palabras y dibujos, que nunca serían pronunciados en voz alta, pues sus miradas no volverían a encontrarse. Sus corazones volverían a latir al unísono en sus recuerdos, y la magia de algo que no llegó a suceder fuera de su imaginación les envolvería siempre.</span> ___________________<br /><br />Tras mil años, y pocas, muy pocas, ganas de escribir, he decidido desempolvar escritos antiguos, y darles un retoque. A ver qué tal.<br /><br />Xidre.Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-85563566778190715982010-11-09T20:49:00.003+01:002010-11-09T21:12:49.075+01:00Razones para odiarte.Odio la forma en que me hablas, y cuando te ríes así.<br />Aborrezco esas pintas que llevas, y que creas saber tanto de mí.<br />Me repugna lo que me haces sentir cuando me tocas, tanto que no sé ni como llamarlo.<br />Odio que me mientas, que me contradigas, y hasta que lleves razón.<br />No soporto que me quieras siempre un poco menos que a ella,<br />ni que seas tan dulce unas veces, y tan idiota otras.<br />Odio que me hagas reír, y aún más que me hagas llorar.<br />Me asquea que sean tus amigos los que me digan lo que sientes,<br />odio tenerte cerca, y querer verte y no querer verte.<br />Desprecio perder el tiempo oyendo tus "todo va a ir bien".<br /><br />Pero sobre todo, y antes que todo esto, odio no poder odiarte, porque en realidad no te odio ni un poquito, nada en absoluto.Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-38390327713480201692010-09-23T20:09:00.001+02:002010-09-23T20:11:02.529+02:00Adiós, Verano.<span style="color:#33ccff;">En un verano da tiempo a hacer muchas cosas. Da tiempo a curar viejas heridas, y a acostumbrarse a las cicatrices. A patinar sobre las situaciones incómodas, a enfrentarse a las difíciles, a esquivar las aburridas. A aceptar que la costumbre no es un sentimiento, que la novedad no siempre genera atracción…<br /><br />También hay tiempo de sobra para construir una fortaleza inquebrantable en torno al corazón, con su foso, y sus cocodrilos. Lo hay para cerciorarse de que las cosas malas ya no te afectan y que puedes sonreír sin importar cuándo, cómo, por qué, dónde o a quién.<br /><br />En un verano puedes, además, aprender a disfrutar de las pequeñas cosas como las intensas gotas de felicidad que son, a dibujar sonrisas en las caras de los demás, y a cortar la cadena que te mantenía unida al lastre del pesimismo. A ver más azul el cielo y menos negro el futuro; a descubrir las formas que las esencias de las nubes dejan entrever, a secar tus lágrimas al sol. A valorar la vida más que antes, a salvársela a unos cachorros y a dar nuevas oportunidades.<br /><br />También puedes descubrir, sin lamentarlo, la diminuta puerta de atrás que olvidaste en tu cuidadosamente construida muralla, ya no tan inquebrantable, cuando cierta persona anda cerca. Aprenderás, además, que amigos son aquellos que están ahí para hacerte reír hasta que se te salten las lágrimas, sea un buen momento o no.<br /><br />En definitiva, un verano no es más que un enorme conjunto de sol, tardes de risas, agua de piscina, amigos y colores. Es, y seguirá siendo, el encargado de llenar nuestros baúles de recuerdos con memorias inolvidables… Hoy, que declaro finalmente cerrado el verano, sólo puedo decir… ¡Otoño, allá vamos! :D</span><br /><span style="color:#33ccff;"></span><br /><span style="color:#33ccff;">____________________</span><br /><span style="color:#33ccff;"></span><br /><span style="color:#33ccff;">[Xidre] ;)</span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-46888803374790581132010-09-01T18:45:00.002+02:002010-09-01T18:49:47.152+02:00Tu momento.<span style="color:#3366ff;">Por una vez en la historia, sintió que había llegado su momento. Dejó la pequeñez a un lado, abrió las alas, saboreó su valentía y notó su fuerza: estaba preparada. El maestro comenzó a señalar a los elegidos: aquella chica de allá, el chaval pelirrojo de su izquierda, el rubio larguirucho, la morena de la derecha…<br /><br />Cuando se acercó a su posición, ella dio un paso adelante, segura de que el dedo del maestro apuntaría hacia su figura menuda y vibrante de emoción. Él ladeó la cabeza, sorprendido, sopesando las posibilidades de semejante elección. Luego, lentamente, meneó la cabeza negativamente.<br /><br />- Aún no.<br /><br />Con dolorosa humillación, ella plegó sus alas y se sintió disminuir. Decreció su fuerza, su valentía, su seguridad, y se entregó desesperadamente a la idea de que algún día llegaría el momento de volar y de ser libre. Aunque no fuese hoy.<br /><br />Muy pequeña, y encogida sobre sí misma, entendió que las oportunidades llegan cuando uno menos se lo espera, y pasan de puntillas, sin grandes esplendores ni ostentosas revelaciones. También comprendió que su momento no vendría porque sí, que tenía que ganárselo, y concentrarse en crearlo y no sentarse a aguardarlo.<br /><br /></span><span style="color:#33ccff;"><em>Uno es sus propias oportunidades, las que se concede a sí mismo; porque el que solo espera, desespera. </em></span><br /><br />_______________________<br /><br />Xidre.Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-59024895777837529362010-07-07T21:02:00.001+02:002010-07-07T21:04:58.844+02:00Juré que nunca le cantaría al amor, porque no existe.<span style="color:#33ccff;">Quiero perder la cabeza y no recordar en toda la noche dónde la dejé.<br />Quiero cantar canciones cuyas letras no me sé, a gritos hasta quedar afónica.<br />Quiero hacer que los desconocidos pasen a ser conocidos de toda la vida, que nuestras largas tardes de risas se conviertan en noches eternas, que mis palabras suenen a música en tus oídos, y que contemos juntos los segundos que faltan hasta el amanecer.<br />Me gustaría no parpadear para no correr peligro de perderme uno de esos instantes en los que haces que todo brille, que sea perfecto y especial, porque tú no eres perfecto, pero sí condenadamente especial.<br />Y quiero que sientes la cabeza, maldita sea, que la sientes y la dejes olvidada en el sofá, porque esta noche no necesitarás pensar. Coseré mis labios, y los tuyos, para que no podamos decir algo indebido, y para que las palabras dejen espacio para las imágenes, que dicen que tienen más valor. Dame la mano y juntos daremos pasos de gigante entre las estrellas.</span><br /><span style="color:#33ccff;"><br />Júrame que, si estoy soñando, todos los sueños serán como este. </span><br /><br /><object height="385" width="640"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/-J7J_IWUhls&hl=es_ES&fs=1"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/-J7J_IWUhls&hl=es_ES&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="640" height="385"></embed></object><br /><br />[Xidre]Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-57441154828945965542010-06-22T21:21:00.002+02:002010-06-22T21:23:42.980+02:00<span style="color:#3366ff;">Alice garabateó en su cuaderno las primeras frases de todo lo que quería expresar, luego las emborronó con tachones. No sabía cómo empezar, cómo describir todo lo que su propia voz chillaba en su cabeza, martilleando sus sienes y llenando sus ojos de lágrimas, después de la peor tarde de su vida. No había palabras suficientes, no había frases adecuadas.<br /><br />Con un resoplido buscó en el bolso la cajetilla de tabaco y encendió un cigarrillo. Una amarga sonrisa enfermiza y marchita se esbozó en su rostro mientras daba la primera calada, imaginando cómo él entraría en cólera si la viese fumando de nuevo. En realidad, aquello no era más que un coletazo de rebeldía, el último de un pez que agonizaba fuera del agua, porque deseaba hacer todo lo que a él le molestase. Por una vez, deseaba hacerle daño, daño de verdad. Quizá así él aprendiese a no destrozarla a ella.<br /><br />Con un suspiro perdido entre humo gris, y lágrimas cristalinas rodando mejillas abajo, se preguntó para qué servían, en realidad, las ilusiones. No eran más que una pérdida de tiempo, una dañina y peligrosa pérdida de tiempo. Con la idea ya en su cabeza, dejó el cigarrillo en el cenicero y tomó de nuevo el bolígrafo.<br /><br /></span><span style="color:#3366ff;"><em>“¿De qué sirven las ilusiones? ¿De qué me sirve a mí, pobre estúpida, emocionarme e ilusionarme con sueños baldíos y esperanzas vanas, cuando vuelves a decepcionarme una y otra vez? Ojala supieras todo el daño que me estás causando, que me causas, con cada mirada y cada día bueno. Porque a nuestros días buenos les siguen los peores, los peores de la historia.<br /><br />Ayer alimentaste mi alegría con una de tus sonrisas, me regaste como a una planta marchita con el agua sanadora de tu mirada, me hiciste sentir bien, bien de verdad. Hoy… hoy te hallo entre sus brazos, soñando con su rostro, no con el mío.<br /><br />Nunca es el mío el rostro afortunado. Antes de ti hubo muchos otros, otros cuyas límpidas miradas me engañaron, y cuya habilidad para infligir dolor en mi corazón ya de por sí dañado me hizo pensar que no me merecían, porque nunca era yo la elegida. Jamás, en tantas otras ocasiones, alguno de ellos osó pensar en mí como yo deseaba que lo hiciera. Y tú… tú eres otro más, otro nombre en esta lista a la que deseo poner final.<br /><br />Que sí, que lo sé, que soy una romántica empedernida. Busco el amor, el de verdad, en los ojos de todos aquellos que me devuelven la mirada, busco la felicidad de los cuentos infantiles junto a alguien que pueda concedérmela sin reparos, sólo a mí. Tus ojos oscuros me prometieron el cielo, tus manos suaves y amables, un mundo que explorar y compartir… tu sonrisa me juró un amor que no sentías, pero que yo creí leer en ella. Eso es lo que pasa siempre. Me ilusiono demasiado pronto, me lanzo a la piscina sin dudar y espero a que los sueños me bombardeen con idílicos paisajes y escenas. Y luego… luego llega la decepción, la explosión que lo destroza todo, el llanto.<br /><br />Nunca supe elegir bien. Lo veo en tus ojos, no eres el adecuado para mí. Pero siento el tiempo correr y sé que no puedo pararlo, y miles de rostros pasan ante mí y nunca veo en ellos lo que quiero ver. Estoy asustada. Quizá el problema es que nunca ha habido nadie para mí, nadie como lo que yo busco. Tal vez me he vuelto a equivocar, a soñar demasiado.<br /><br />Esta vez… esta vez te odio de verdad. Soporté estoicamente la situación cuando me enteré de que no era yo la que poblaba tus sueños, pero hoy he sabido que no lo aguanto más. Vive intensamente cada segundo de los que te quedan como has planeado, disfrútalos todos con ella, es lo justo. Esboza a lápiz cada paso de vuestras vidas en común, dibuja tus ilusiones, siéntelas, emociónate. Vive, de verdad, vive la vida que me has quitado, la que has sorbido de mis labios en cada uno de mis suspiros, la que me has robado sin derecho alguno.<br /><br />De nuevo inválida y rota por dentro, insegura a cada paso y asustada, más que nunca, en cada recodo del camino; pero tuya, muy tuya, me despido.” </em><br /><br />Trazó su firma en el papel mientras los sollozos rotos brotaban a borbotones de su pecho. Deseó, con todas sus fuerzas, no haberle conocido nunca, no haberle amado y, ahora, no llorar por el tiempo perdido, las ilusiones vanas y los sueños rotos. Quiso poder borrar lo vivido de un plumazo, porque sus errores ya no servían para aprender, sino para expandir el veneno de la amargura por sus venas... Pero era consciente no podía volver atrás en el tiempo.<br /><br />Arrancó la hoja del cuaderno y la arrugó para meterla en su bolsillo. El cigarrillo se había consumido ya en el cenicero, y una nueva hoja en blanco era todo lo que le ofrecía su cuaderno de tapas negras. En ella, con la furia de un odio amante o un amor odiado, escribió con trazos fieros y alargados tan sólo dos frases:<br /><br /><em>“Hoy lo odio todo de ti. Dime, entonces, ¿por qué te amo?”</em><br /><br />Poco a poco, lentamente, las lágrimas amargas llenas de un dolor ya desvaído por el tiempo, consumieron esas últimas palabras. </span><br /><span style="color:#3366ff;"></span><br /><br /><object width="480" height="385"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/BpwCJzPlz8k&hl=es_ES&fs=1&color1=0x006699&color2=0x54abd6"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/BpwCJzPlz8k&hl=es_ES&fs=1&color1=0x006699&color2=0x54abd6" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="480" height="385"></embed></object><br /><br />_________________________<br /><br />*Xidre.Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-29883041518686779142010-05-26T14:17:00.002+02:002010-05-26T14:20:42.648+02:00Die alone.<span style="color:#33ccff;">Mírala, es aquella cuyos zapatos resuenan contra las baldosas del pasillo entablando una solitaria melodía. Sí, sí, aquella que se sienta sola en la cafetería. La que no habla con nadie, la que no confía, la que tiene miedo.<br /><br />Ella, que conoce bien el acre sabor de la soledad, no malgasta esfuerzos en conocer a nadie lo suficiente para le haga sentir algo, porque todos los sentimientos son, en el sentido último, sufrimiento. Ella, que ha llorado lágrimas amargas, que ha escondido secretos por no tener a quien contárselos, que vive el día a día como una oscura condena, sabe que sus sollozos se los lleva el viento todas las noches.<br /><br />Ella, que una vez confió, que se atrevió a darlo todo por un sentimiento, y que sólo recibió golpes, golpes y más golpes, y dolor. Ella, que le tiene tanto miedo al dolor, que soporta el sufrimiento de la soledad, mal conocido, antes que todos aquellos males por conocer. Ella teme al riesgo, y a la gente, en general.<br /><br />Pero ella también crece, y cumple años. Es entonces cuando descubre que hay gente a su alrededor. Vuelve a sentarse sola en la cafetería, de nuevo, pero mira de reojo a los demás, en especial a aquellos que le devuelven la mirada. Y se asusta cuando él se levanta de su mesa, y se acerca, y se siente junto a ella.<br /><br />- Mañana es tu cumpleaños – afirma, blandiendo su mejor sonrisa.<br />- Sí – no sabe que decir, tiembla. No quiere hablar con él, ni con nadie, ¡se atemoriza!<br /><br />Él espera unos segundos, como si le diese tiempo para reflexionar, y luego se atreve a invitarla a sentarse con sus amigos. El terror paraliza la mente de ella que, para su propia sorpresa, acepta.<br /><br />Una cosa se sucede a otra, el miedo se cubre con el bálsamo del cariño de los demás, y todo se calma. Ella se siente liberada, se admira al descubrirse hablando con fluidez, como si todo pudiese salir bien. Allí todos la tratan con ternura, como la buena chica que es, como si fuese su amiga de toda la vida. Y así se siente ella.<br /><br />Cae la noche, y amanece. Se despierta, con un sabor diferente en la boca. Su vida ya no sabe a soledad, todo huele diferente. Ella, que pensó que nunca amaría a nadie, que no sería amiga de nadie, que no conocería a nadie que mereciese la pena, acaba de recuperar su fe en la humanidad. Acaricia la felicidad aún con las puntas de los dedos, temerosa de que pueda esfumarse como un sueño.<br /><br />Hoy cumple años y hoy descubre que tiene los mejores amigos que podría haber pedido. Hoy les ama a todos con su corazoncito inexperto, dispuesta a aprender de la vitalidad que todos ellos desprenden.<br /><br />Ahora, mírala, es aquella. La que camina creando una melodía de pasos, armónica, con notas de muchos pies, y no sólo de los suyos. La que se sienta rodeada en la cafetería, ni más ni menos que por los mejores amigos del mundo. La que sonríe, a todos y a todo, a la vida en general. La que cura sus heridas con la verdadera amistad, que sabe dulce, y no amarga como el dolor, o como la soledad.<br /><br />Ahora, es aquella cuya vida huele a felicidad, la que no tiene miedo. La que ama, la que siente, la que <em><span style="color:#3366ff;">VIVE</span></em>, que es lo más importante ;). Acaba de descubrir que no va a morir sola.</span><br /><br /><br /><object width="480" height="385"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/KlhyLnnI7Qk&hl=es_ES&fs=1&color1=0x006699&color2=0x54abd6"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/KlhyLnnI7Qk&hl=es_ES&fs=1&color1=0x006699&color2=0x54abd6" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="480" height="385"></embed></object><br /><br />[Xidre]Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-41512231958469062472010-05-24T20:24:00.002+02:002010-05-24T20:27:10.712+02:00But it is, oh, so absurd...<span style="color:#33ccff;">Una vez acaricié un sueño. No es como cuentan, no es suave como las nubes, no huele a algodón de azúcar, no es mullido y agradable. Es más bien terso y frío como el cristal, y con este material comparte también su mayor debilidad: esa asombrosa fragilidad volátil que hace que se deslice entre tus dedos al más mínimo descuido, que se caiga y se rompa en mil pedazos, para que no puedas recomponerlo jamás. Por eso es tan fácil que se esfumen todos tus sueños, por tu culpa o por la de otros, si pierdes la constancia.<br /><br />Conocí, poco después, a los pisoteadores de sueños. Ah, esos son rompedores de sueños profesionales. Bailan sobre el cristal de nuestras ilusiones reduciéndolo a polvo, y se ríen de nuestras lágrimas vacías, angustiadas, que ellos mismos provocan. Estas malvadas criaturas se esconden donde menos las esperas, y actúan en el momento propicio, en el que más duele, en el que te entran ganas de tirarlo todo (o tirarte) por la borda.<br /><br />Quizá te preguntas cómo, sabiendo todo esto, me mantengo flotando por encima de la desesperación y el pesimismo. Si soy sincera, tengo un truco bastante malo, pero útil. Se trata de no darse por vencido, de sacar la barra de pegamento cuando todo va mal y pegar entre sí todos los trocitos de sueños que encuentres rotos en el suelo de tu vida, porque aunque nunca volverá a ser la cristalina estructura perfecta que fue, es mejor tener media ilusión que ninguna.<br /></span><br /><span style="color:#33ccff;">Salvo unos pocos poetas y monjes iluminados retirados en lo alto de un monte, los demás sí tenemos nuestras ilusiones. Es más, no es que las tengamos, es que las necesitamos, porque las ilusiones alimentan nuestros sueños, nuestras esperanzas y nuestras vidas como una bebida energética con dosis extra de cafeína.</span><br /><br />Así que, amigo mío, olvida cuando te sientes tan absurdo por no saber que decir, olvida las cobardías y la pesadumbre, y piensa que sólo el que nada espera nunca sufre desengaños.<br /><br /><span style="color:#ffffff;">[Xidre]</span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-52921540817998415532010-05-07T19:40:00.004+02:002010-05-07T20:14:17.235+02:00Imagina que tienes ese tipo de libertad.<span style="color:#3366ff;">- Cierra los ojos.<br /><br />Un gesto de seriedad se esbozó en su cara.<br /><br />- Ni lo sueñes.<br />- ¿No te fías de mí?<br /><br />Sonreí. Claro que sí. ¿De quién iba a fiarme, si no? Era el único amigo que había tenido desde que llegué a ese lugar, y era difícil asegurar cuánto tiempo llevaba allí. Así que sí, confiaba en él. Pero no quería cerrar los ojos, me sentía mejor cuando veía su cara pálida y sus enormes ojos azules.<br /><br />- Sabes que sí.<br />- ¿Y entonces?<br />- Jay…<br /><br />Entrecerró los ojos, frunciendo el ceño.<br /><br />- Eres lo peor, Hanna. ¿No puedes ni hacerme un favor?<br /><br />Resoplé. ¿Cómo se las apañaba para conseguir que hiciese todo lo que él quería? Con gesto de fastidio (en parte fingido, todo hay que decirlo), finalmente, cerré los ojos.<br /><br />Al instante, sus manos se apoyaron en mis hombros. Sentía su calidez, su contacto, a través de la ropa, y, aún sin ver nada, sonreí. Aquel día Jay me hacía sentir condenadamente feliz.<br /><br />- Ahora, escúchame…<br />- Ya lo hago.<br />- …y no me interrumpas – pude notar el tono molesto en su voz y solté una estúpida risita -. Calla. A ver, ahora… Imagina que eres libre. No sólo libre en el sentido de no estar en este lugar encerrada en contra de tu voluntad, sino también en el de poder pensar, poder elegir tú misma tu propio destino. Imagina que tienes ese tipo de libertad.<br /><br />Abrí los ojos, sorprendida.<br /><br />- ¿No lo tengo?<br />- ¡Hanna!<br /><br />Puso los ojos en blanco, frustrado, y sus dedos se posaron sobre mis párpados con la intención de cerrarlos. Pero no le dejé. Me rebatí, seria, y clavé en él mi mirada.</span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">- ¿No lo tengo, Jay?<br />- Sabes que no – contestó, a regañadientes.<br /><br />Giré la cabeza, confusa, dándole la espalda. No lo entendía. ¿Desde cuando no tenía yo la libertad de pensar por mí misma y de escribir mi destino? No me la habían robado, no todavía. Probablemente aquello sería otra de esas tonterías de Jay, otra cosa incomprensible y fuera de lugar destinada a sacarme de quicio. El problema es que me ponía nerviosa, hacía que no estuviese segura de nada. No me habían quitado mi libertad de decidir, no lo creía. <em>Creía</em>. Dudas. Temor. ¿Entonces…?<br /><br />Sus manos se cerraron en torno a mi rostro, cegándome de nuevo. Intenté quitármelo de encima, pero no fui capaz.<br /><br />- Imagina… - insistió -. Imagina que el mundo estuviese en tus manos. Que fueses libre, Hanna, libre de verdad.<br /><br />Suspiré, molesta, aún luchando por liberarme… Y de pronto me di cuenta de que me sentía mejor siguiéndole el juego. Quizá así consiguiese una explicación.<br /><br />- Sería genial.<br />- No, sabes que no. Sería perfecto.<br />- ¿No es…?<br />- No, no es lo mismo. Perfecto significa que no hay nada mejor. Pero, Hanna… si pudieras escapar, huir de aquí… si fueses dueña de tu futuro, si pudieses volar libre… ¿A dónde irías?<br />- A dónde quisiera.<br />- No. No. ¿En qué dirección?<br /><br />Sus manos se retiraron de mi cara, pero no quise abrir los ojos. Imaginarme ligera e ingrávida, flotando muy por encima de todo lo que me hacía sentir mal, era lo más placentero que había sentido en mucho tiempo.<br /><br />- Supongo que, en realidad, eso no importa - contesté, tras una pausa.<br />- Ah, ¿no?<br />- No…<br /><br />Los ojos cerrados, una leve sonrisa asomando en mis labios, el viento removiendo mi cabello.<br /><br />- Eres hermosa – susurró, acariciando mi mejilla.<br />- ¿No quieres saber por qué no importa? – musité cuando dejé de sentir su contacto cálido. No contestó, así que supuse que estaría escuchando -. No importa… si tú vienes conmigo.<br />Esperé su respuesta un segundo, dos, tres… a los treinta, abrí los ojos, y el ya no estaba allí. Qué absurdo. Lo más romántico que le había dicho nunca… y no lo había oído. Fruncí el ceño, aunque no pude evitar reírme por dentro. De no haberle conocido, sé que cualquier persona se habría enfadado… pero es que era Jay. ¡Me tenía tan acostumbrada a sus tonterías!<br /><br />- Te tengo mal acostumbrado, Jay – le susurré al viento, con una brillante sonrisa en la cara.</span><br /><span style="color:#3366ff;"></span><br /><br />_____________________________<br /><br /><span style="font-size:85%;">Esto lo escribí hace al menos un par de meses... tengo muchas conversaciones entre estos dos personajes, porque en mi cabeza hay una historia de verdad para ellos dos.. pero como no toma forma, creo que este fragmento no está demasiado mal =)</span><br /><span style="font-size:85%;">Gracias.</span><br /><br />Xidre.Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-90960252005740737552010-04-06T19:54:00.002+02:002010-04-06T19:56:28.639+02:00El estremecedor valor de lo superfluo.<span style="color:#33ccff;">Recuerdo cuando Mani vino a visitarme, hace algunos años. Para la ocasión, adoptó un aspecto infantil, el de un niño de unos doce años, rubio y sonrosado, con brillantes ojos llenos de inocencia. Encantador, de no haberle conocido desde hace más de un siglo.<br /><br />Acostumbrado a vivir en Harika, mi hermano miraba con maravillada sorpresa todo lo que se ponía ante sus ojos. Nueva York le fascinó hasta tal punto que me juró que se quedaría conmigo para siempre, y admito que yo me lo llegué a creer.<br /><br />Sin embargo, una tarde las cosas cambiaron, y decidió marcharse para no volver. El simple recuerdo de la escena que se desarrolló ante mí me hace sonreír… A mí me hace gracia, porque la situación fue bastante cómica, y porque ver el rostro inocente que había escogido Mani lleno de ofendida frustración fue de lo más placentero… Pero a vosotros, humanos, debería preocuparos.<br /><br />Aquella tarde habíamos salido de compras. Tuve que salvar a Mani tres veces de ser arrollado por algún conductor nervioso, porque el muy imprudente se lanzaba a toda velocidad y sin mirar por los pasos de cebra. Es curioso, pero creo que cuando vine a vivir aquí yo hacía algo parecido… y que después de un par de dolorosos atropellos, me aprendí la lección.<br /><br />La cuestión es que Mani, temerario por naturaleza, se negaba a escucharme y a creer que podía haber algo malo en aquel “mundo de ensueño”, como él mismo lo denominaba. Atravesamos medio Manhattan, y en la quinta avenida le arrastré por algunas tiendas. En una de ellas, mi hermano se enamoró completamente de una gorra, y, convencido de que era la prenda que mejor le había sentado en su vida, se dirigió con ella a la caja.<br /><br />La dependienta le sonrió con educada frialdad, le arrebató la gorra de las manos, la metió en una bolsa y extendió la mano hacia él.<br /><br />- Veinte dólares – pidió.<br /><br />Mani la miró sin comprender durante un rato. Luego, lentamente, esbozó la mejor de sus sonrisas. Yo me acerqué entonces, prediciendo la confusión de mi hermano y buscando los veinte dólares en mi bolso. Mientras tanto, la dependienta, impaciente, frunció los labios.<br /><br />- ¿No tienes los veinte dólares? – le espetó.<br /><br />Mientras tanto, Mani seguía sonriendo espléndidamente.<br /><br />- ¡Niño! – exclamó la mujer, para que él reaccionara.<br />- Sí los tiene, sí – intervine, entregándole el dinero.<br /><br />Mi hermano borró su sonrisa de un plumazo y me observó con incredulidad.<br /><br />- ¿Qué haces? – inquirió, receloso.<br />- Pagar – suspiré mientras recogía su compra y le arrastraba de mano hacia el exterior.<br />- ¿Con qué? – exclamó, zafándose y lanzándome una mirada de reproche.<br />- Con dinero – dije, poniendo los ojos en blanco.<br /><br />Recuerdo el horror y el gesto ofendido que se dibujaron en su rostro.<br /><br />- ¿Qué? ¿Qué tipo de mundo es este en el que no se paga con sonrisas? – gritó, asqueado.<br /><br />Me reí, quitándole importancia a su rabieta, y continué andando, segura de que me seguía.<br /><br />- ¡Menudo planeta! – continuó -. ¡Es imposible!<br /><br />Mani siguió farfullando durante un rato, mientras yo, algo ausente, recordaba la incredulidad que había mostrado la dependienta cuando mi hermano pretendió pagarle con una sonrisa. Así se hacía en Harika, por eso él no había imaginado que las cosas allí fueran diferentes.<br /><br />- Basta – las palabras de Mani me frenaron en mitad de la cuarta avenida -. Dame la gorra – ordenó.<br /><br />Se la tendí, sorprendida, y le observé encasquetársela con aquella mueca de niño enfadado y caprichoso.<br /><br />- He tomado una decisión – afirmó unos segundos después -. Me voy. No me gusta este sitio. ¿Cómo voy a vivir en un lugar donde una sonrisa no es lo mejor que uno puede ofrecer? ¿Cómo lo soportas tú, Ishkara?<br /><br />Entonces, allí mismo, se dio la vuelta y echó a andar en otra dirección. No me preocupó que se perdiese: se marchaba. Y no le he vuelto a ver desde entonces.<br /><br />A veces, cuando me acuerdo de todo esto, me río, sí. Pero también me pregunto cómo lo soporto yo, esto de vivir en un mundo en el que se le da más importancia a un billetito verde y arrugado que a la espléndida sonrisa de un niño de doce años y rostro angelical.</span><br /><br /><br />__________________<br /><br />=)<br />Yo también me lo pregunto... sí.<br />Xidre :)Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-69090357545000229132010-03-09T22:06:00.003+01:002010-03-09T22:08:29.257+01:00Nueve de Marzo.<span style="color:#ff0000;">Nueve de Marzo.<br /><br />Entre los barrotes de la ventana, podía observar la brillante esfera dorada que coronaba el cielo descender hacia el seno del horizonte. Suspiré y cerré los ojos, deseando grabar aquella imagen de desoladora belleza en el interior de mis párpados para que fuese lo último que ver aquella noche.<br /><br />Nueve de Marzo.<br /><br />Y no quedaba ni una brizna de esperanza en mi interior, sabía que ni un milagro podría salvarme ahora. Me embargaba una fría serenidad resignada, una pasividad laxa y vana, relajada. Nada podía hacer ya, ¿para qué esforzarme?<br /><br />Aquella noche moriría, pagando por un crimen que no recordaba haber cometido. Había llorado todas mis lágrimas en una triste serenata de muerte para mi alma y ahora, cuando ya ni la esperanza permanecía, era consciente de que mi dolor había sido en vano. Porque desde el primer momento, antes del juicio, todos sabían cuál iba a ser la sentencia. Culpable. Sin pruebas, sin indicios, sin confesión; culpable. El cálido sabor de la injusticia en mi paladar me recordaba mis gritos de angustia cuando me habían encerrado en aquella prisión a la espera de la ejecución de la sentencia.<br /><br />Nueve de Marzo.<br /><br />El aire olía a muerte, y los últimos rayos de sol, de una luz rojiza, eran un elocuente augurio de sangre. Pensé en rezar, pero no recordaba haber aprendido nunca. En realidad, recordaba más bien poco de mi vida antes del juicio: ni siquiera sabía con certeza cuál era mi nombre. Era como si las lágrimas lloradas hubiesen arrastrado cada recuerdo consigo.<br /><br />Me vi arrastrada fuera de la cárcel, maniatada, amordazada. Otras mujeres, de miradas asustadas y rostros empapados por las lágrimas recientes, se encontraban en la misma situación que yo. Eran once, once jóvenes, once almas en pena, cuyo destino finalizaba aquella noche sangrienta del nueve de marzo. Verlas a todas, temblorosas y pálidas, me hizo compadecerlas, pese a que yo iba a vivir su mismo final, por ser tan tontas y no haber perdido ya la esperanza. La resignación era mucho menos dolorosa.<br /><br />Entonces la trajeron a ella. Sus ojos azules, de color angelical, destilaban un brillo de tinieblas que hizo que me recorriera un escalofrío. Era rubia, diminuta, de no más de quince años, pero su piel supuraba tanta perversidad como sus ojos. He de admitir que me asustó estar en presencia de semejante criatura de aspecto inocente e interior peligroso.<br /><br />Pero no me dio tiempo a pensar mucho más. Pronto nos vimos cegadas las trece con unas vendas oscuras, y fuimos conducidas hacia una calle ancha que, a juzgar por los gritos de odio que nos acogieron, estaba llena de gente dispuesta a jalear nuestra ejecución.<br /><br />Pude sentir el aura malvada de la niña rubia junto a mí durante todo el trayecto, y mi estómago se estremecía del horror de tenerla cerca. Gracias a los cielos, aquello no duró mucho, y pronto volví a ver: las últimas luces del día me desvelaron mi propia imagen, y la de las otras doce, atada a aquellos postes que pronto se convertirían en trece hogueras que iluminarían la noche del sediento de sangre nueve de marzo.<br /><br />Un sacerdote nos ofreció con sus rezos la posibilidad de una redención divina, pero todas cerramos los ojos con fuerza, al unísono, rogando aún porque no fuera necesario el perdón divino. No todavía.<br /><br />Un guardia prendió su antorcha y con ella fue encendiendo nuestras hogueras. Primero la de la niña rubia, luego la mía, luego las demás. Un sobrecogedor silencio se adueñó de todos los presentes, que esperaban con un deseo sádico empezar a oír nuestros aullidos de dolor.<br /><br />En mi interior, sentí como si me arrancaran algo de las entrañas, y contuve los deseos de gritar. Cerré los ojos, esperando el dolor, o la muerte, o lo que fuese. Sin embargo, cuando los abrí, todo había cambiado. Recordaba mi nombre, Alice Liddle. Recordaba mi vida. Y sabía con certeza qué debía hacer. Las otras chicas parecían haber experimentado el mismo cambio, y un cántico siniestro se elevó al entrelazarse nuestras voces.<br /><br />Segundos más tarde, la chica rubia, y las otras once, se hallaban ahora liberadas ante mí, en medio de una colina alejada a penas un kilómetro escaso del pueblo donde estaban llevando a cabo nuestra ejecución. O eso creían.<br /><br />- Me encantó tu idea de la amnesia inducida en tu plan, Alice – tarareó la chica tenebrosa con una voz de ultratumba -. Un plan genial, por cierto – sonrió.<br />- Ha sido fácil – me sorprendí al oír mi propia voz, tanto tiempo acallada, y al detectar en ella el mismo deje de negrura que en la de mi interlocutora.<br />- ¡Por supuesto! Si no notaban que éramos las trece hermanas de un mismo aquelarre, tendrían el valor de sacrificarnos juntas. ¡Valientes inútiles! – exclamó -. No saben que el poder de las trece es muy superior a su fuego vacuo.<br /><br />Sonreí, y fue una sonrisa feroz, salvaje. A lo lejos, en el pueblo, los gritos de dolor de las jóvenes abrasadas por las hogueras llegaron hasta nosotras.<br /><br />- ¿Quieres saber los nombres de las inocentes? – susurró la siniestra rubia junto a mí.<br />- No.<br /><br />Me hizo gracia recordar que hacía unos minutos la había temido, cuando en realidad era ella la que sentía un fervoroso respeto hacia mí. Porque si su aura era oscura, la mía la hacía parecer blanquecina y resplandeciente.<br /><br />Las trece del aquelarre, jóvenes, vivas y presas de una oscuridad ardiente, observamos la tétrica iluminación lejana de las hogueras y oímos los gritos de sus víctimas. Porque aquella noche, aquel nueve de Marzo, trece almas inocentes perecieron a manos de aquellos que creían poder vencernos. Aquella noche, el poder de las trece brujas de Engletown se acrecentó con la sangre derramada. Dulce nueve de Marzo con sabor a muerte.</span><br /><span style="color:#ff0000;"></span><br /><span style="color:#ffffff;">_____________________</span><br /><span style="color:#ffffff;"></span><br /><span style="color:#ffffff;">Es un poco largo, y admito que no lo he revisado, pero es mi peculiar entrada del 9 de marzo. Día un tanto especial.</span><br /><span style="color:#ffffff;">Espero que no os disguste demasiado.</span><br /><span style="color:#ffffff;"></span><br /><span style="color:#ffffff;"></span><br /><span style="color:#ffffff;">Xidre :)</span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-46898832833808583282010-02-25T20:46:00.001+01:002010-02-25T20:49:14.981+01:00Libre.<span style="color:#33ccff;">No quedaban libros ni documentos que mencionasen su nombre. En las grandes hogueras organizadas para hacerlos desaparecer, no había rodado ni una sola lágrima en ninguno de los miles de rostros presentes. No estaban tristes pese a que estaban destruyendo las líricas bases de una cultura, la suya propia, y conocían la atrocidad de su hazaña. No, porque en el fuego se consumieron también los recuerdos desvaídos de una época de miedo y sufrimiento, el fuego se tragó el pasado sin masticar, quitándoles el peso de encima y haciéndoles sentir ligeros.<br />Por fin.<br />Ahora había esperanza.<br />Poco a poco una sonrisa generalizada pareció esbozarse sobre la faz de la tierra, los ojos, en los que se reflejaba el bailoteo de las llamas del fuego que simbolizaba sus nuevas fuerzas, brillaron hasta iluminar el cielo, y las mentes antes abstrusas y oscuras se abrieron, preparándose para la nueva era.<br /><em>La felicidad puso fin al reino del terror</em>, pensé. </span><br /><span style="color:#33ccff;">Mientras, un grito, un aullido de fuerzas reencontradas, se elevaba entre la muchedumbre, que por fin se sentía lo suficientemente poderosa como para cantarle a la <strong>LIBERTAD</strong>.</span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-15651617428754141412010-02-17T19:56:00.002+01:002010-02-17T19:58:15.941+01:00Getting nowhere.<span style="color:#3366ff;"></span><br /><span style="color:#3366ff;">Hay días en los que te sientes atropellada, empujada, zarandeada de un lugar a otro sin comprender muy bien por qué. La sensación es parecida a la mezcla de frustración, ira y humillación de cuando, después de haber pasado horas arreglándote, sales a la calle y empieza a llover. Se te moja el pelo recién peinado, se te corre el maquillaje, parece que te has lanzado vestida a una piscina, tus pies se ahogan en el interior de tus zapatos inundados… pero eso no es lo peor. Un coche que marcha a toda velocidad por la carretera, pasa sobre un charco, creando una ola tipo tsunami, mientras esperas en la acera para cruzar. Perfecto, ahora eres el monstruo del lodo. Ideal si vas a una fiesta de disfraces.<br /><br />En esos momentos, la suciedad que te escupe la vida te salpica los ojos. Parpadeas, pero durante un rato no ves muy bien. Es más, cuando consigues sacártela de encima, aún tienes los ojos rojos, te escuecen y el mundo sigue borroso. Qué asco. Al final, o bien por las lágrimas lloradas o bien por el tiempo, que pasa incluso para ti, recuperas la visión, y todo vuelve a ser claro. Abres los ojos, dejando que entre en ellos la luz, pensando que el mundo va a volver a maravillarte. Es entonces cuando, decepcionada, vuelves a cerrar los ojos con fuerza, y lamentas haberlos limpiado.<br /><br />Vale, <strong>la vida no siempre nos trata bien</strong>. El destino pone en tu camino gente que irremediablemente te hará daño, piedras con las que tropezar, miles de fallos que cometer… y no puedes cambiar de ruta. Hay veces que los maltratos son tan violentos que te gustaría poder denunciar a la vida en la comisaría. Pero tu antídoto es tener siempre helado de chocolate en el congelador.<br /><br />Hace algún tiempo le diste una patada a la inocencia y te juraste a ti misma que aceptarías que las cosas son como son, y que a la vuelta de la esquina no te espera tu particular cuento de hadas. Pesimista por naturaleza, no crees en el amor. Y no me extraña, la verdad, después de lo que has vivido.<br /><br />Sin embargo, pese a que eres una pesimista-realista-desencantada de la vida con tendencia a la autocompasión y tintes depresivos, hay algo que admiro de ti. Y es que nunca has dejado que nada de esto te frene. No has dejado de luchar. Te da igual que el mundo intente echarte para atrás, porque sabes que, al final, serán los que te ponen trabas los que no llegarán a ninguna parte. Y así, superas todos los baches de tu camino. “<em>Tenemos que pasar el fuego, no quedarnos dentro</em>”, me dijiste una vez.<br /><br />Ánimo, criatura. Haz brillar el lema de la autosuperación en el mundo gris que te rodea. Admite tus errores, tu imperfección, tu desgracia y la ajena, cambia lo que deba ser cambiado y busca una razón para existir.<br /><br />¿Sabes qué? Todos aquellos que alguna vez dijeron que no eras lo suficientemente buena… nunca fueron mejores que tú.<br /><br /><br /><em>Xidre</em>.<br /><br /></span>............<br /><br /><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/xiLcw4juIMk&hl=es_ES&fs=1&"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/xiLcw4juIMk&hl=es_ES&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object><br /><br />Sometimes I fear that I might dissapear<br />In the blur of fast forward I faulter again<br />Forgetting to breathe, I need to sleep<br />I'm getting nowhereXidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-62901489709925328332010-01-31T14:50:00.003+01:002010-01-31T15:43:49.468+01:00Quiero ser siempre una niña.<span style="color:#33ccff;">La niña de los ojos azules se alimenta de sonrisas. Desayuna las de alegría y euforia, para coger energía y enfrentarse con fuerzas renovadas al nuevo día, y cena las sonrisas tiernas y enamoradas, porque aportan un adormecedor sentimiento de paz.<br /><br />La niña de los ojos azules también guarda un secreto precioso. Cada noche, cuando sus padres se acuestan y toda la ciudad duerme, su amigo el unicornio Aris viene a despertarla. El dragón Euclo les espera al doblar la esquina, preparado para transportarles por el cielo a través de las densas nubes que saben a algodón de azúcar.<br /><br />La estrella de Nunca Jamás brilla con su habitual fiereza, y Peter Pan les saluda cuando pasan junto a ella. Wendy ya no está con él: tuvo la desfachatez de marcharse y hacerse mayor. La niña de los ojos azules, enamorada en secreto del infante eterno, se alegra de la traición de Wendy y espera ocupar su lugar algún día: está preparada para luchar contra Garfio y volar con Campanilla, bailar junto a los indios y jugar durante horas con los niños perdidos.<br /><br />Cuando Euclo aterriza frente a una casita de madera situada en un gigantesco prado verde escondido en mitad del bosque, la niña de los ojos azules corre a ponerse el vestido que le han preparado las tres hadas madrinas que allí habitan, Flora, Fauna y Primavera, para ir a la boda de Aurora (más conocida como Bella Durmiente) y el príncipe Felipe. Por el camino, se cruza con una estrambótica carroza con forma de calabaza que va en dirección contraria, porque dentro Cenicienta llora diciendo que ha perdido un zapato.<br /><br />La niña de los ojos azules es feliz en esos parajes. Todos la conocen y la saludan cuando la ven, Blancanieves le ha regalado uno de sus lazos rojos para el pelo y los enanos le cantan canciones a coro con los ratoncitos de Cenicienta, pero es la voz de la hermosa princesa Rapunzel la que resalta por encima de todas.<br /><br />La niña de los ojos azules llega a la boda un poco tarde, pero todos la aclaman y la aplauden. Peter Pan, que ya ha llegado también, le guiña un ojo desde el fondo del salón, cerca de donde se sienta, con su estresado conejo en el regazo, Alicia, la afortunada que estuvo en el País de las Maravillas.<br /><br />El baile da comienzo, el vestido de Aurora cambia de color una y otra vez mientras las hadas pelean, y mientras tanto la niña de los ojos azules le siente caminar por las nubes en brazos de un azorado príncipe de Nunca Jamás.<br /><br />Pero la noche acaba, como todas, y la niña de los ojos azules se despide de todos, apresurada. ¡Tiene que volver antes de que papá y mamá despierten! Promete regresar al día siguiente, y todos saben que lo hará. Euclo y Aris la esperan fuera del palacio, y juntos regresan a la gris ciudad de Londres con las primeras luces del amanecer. Ya en casa, la niña se hace un ovillo bajo las mantas y cierra los ojos para fingir estar dormida cuando mamá entre a despertarla.<br /><br />Un rato más tarde, sentada en una silla de la cocina, la niña de los ojos azules jura que no crecerá nunca, porque sabe que Aris y Euclo dejarán de visitarla cuando se haga mayor. Y tampoco quiere traicionar a Peter, recuerda mientras mastica las sonrisas de su desayuno.<br /></span><br /><span style="color:#33ccff;"><a href="http://photobucket.com/images/peter%20pan" target="_blank"><img alt="PP Pictures, Images and Photos" src="http://i1019.photobucket.com/albums/af320/xJuy/peter-pan.jpg" border="0" /></a></span><br /><span style="color:#33ccff;"></span><br /><p><span style="color:#33ccff;"></span> </p><p><span style="color:#33ccff;"><em>Quiero ser una niña para siempre.</em></span><br /><em><span style="color:#33ccff;"></span></em><br /><em><span style="color:#33ccff;">_____________________________</span></em><br /></p><p><span style="color:#ffffff;">En nombre de la inocencia infantil... cambio radical. Hoy tenía ganas de escribir algo completamente distinto ;)</span></p><p><span style="color:#ffffff;">Xidre.</span></p>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-70199894119992333132010-01-23T13:15:00.004+01:002010-01-23T20:06:07.298+01:00Deliciosa sangre.<span style="color:#3366ff;">Cae la noche, todavía no se ha inventado un antídoto contra su influjo, y me despierto. La oscuridad me acoge con lo más parecido a una caricia maternal que he conocido nunca, vacía de cariño, pero madre, al fin y al cabo.<br /><br />La luz de tus ojos se enciende y se apaga cuando parpadeas. Caminas rápido, inseguro, temeroso. Esa sensación de estar siendo perseguido se adhiere inevitablemente a tu piel, a tu mente, y te hace jadear. La adrenalina producida por el miedo recorre, tóxica, por tus venas, provocando esa deliciosa aceleración de tu corazón bombeante.<br /><br />Me relamo, imaginando el sabor del turbio líquido rojo que me da la vida y la muerte cada noche. Me invade una excitación impropia, sedienta de sangre, sádica, peligrosa, letal y oscuramente placentera. El fin se acerca, el telón se mantendrá tan solo unos minutos en ese equilibrio precario.<br /><br />Tus pasos resuenan contra el asfalto, pero yo misma juraría que flotas sobre él. Siempre te gustaron las películas de miedo, pero no es lo mismo sentir como el terror atenaza la propia garganta. Mientras tanto, saboreo las mieles de la anticipación mientras te espero en el callejón. Te anhelo, te deseo, con una intensidad casi dolorosa.<br /><br />Llega el momento, y me abalanzo sobre ti: lo ves todo negro. No sabes como reaccionar, te debates, débil, te retuerces. Ya nadie puede salvarte. Mis colmillos se clavan en tu cuello y gritas, pero nadie podrá oírte, porque con tu sangre me bebo cada uno de tus sonidos. Sólo resiste el latido de tu corazón, fuerte y acelerado, empujando la sangre fresca por tus venas hasta mi boca, agonizando, llorando en sus últimos instantes de vida.<br /><br />Callas mientras ves el telón de tu escenario bajar con lentitud. Todo pierde su color y su brillo, y lo último que contemplas son mis ojos enrojecidos y el deseo febril que se dibuja en ellos. Absorbo tus últimas gotas de vida, oigo la cadencia de última expiración y te siento morir entre mis brazos. La muerte es mi vida, me alimenta cada vez que la oscuridad se adueña del cielo, así que no esperes que derrame una sola lágrima por ti.<br /><br />Fuiste otra presa, nada más… Aunque prometo un gesto benevolente por mi parte: mañana enviaré a otro de los tuyos al mundo de los muertos, para que te haga compañía, a ti y a tantos otros.<br /><br />Busco en tus bolsillos tu cartera, tu documento de identidad, para que no te reconozcan. Quizá es un poco cruel por mi parte, pero disfruto imaginando la frustración de la policía cuando encuentra esos cadáveres desangrados sin ningún motivo o arma letal aparente, destinados a quedarse sin identificar y convertirse en más Johns y Janes Doe de los que pueblan las fosas comunes. Es increíble lo poderosa que me siento al saber que soy capaz de causar tanto dolor y tantos quebraderos de cabeza. Y el poder sabe tan bien como la vida.<br /><br />Camino con pasos lentos, con seguridad, poseedora de un secreto que jamás será revelado o compartido: el de la vida eterna. Poco queda de quien fuiste o creíste ser, y solo unas pequeñas gotas de tu sangre en la comisura de mis labios me recuerdan que exististe.<br /><br />------------------------------------<br /></span><br />Uuh, vuelvo a mis inicios oscuros... xD<br />A la mierda el amor y las ñoñeces de mis ultimos relatos, estoy harta de pasarlo mal.<br />Espero que no os disguste demasiado ;)<br /><br />..Xidre..Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-31869304119571914602010-01-07T18:21:00.002+01:002010-01-07T18:35:48.966+01:00Hemos roto.<a href="http://s927.photobucket.com/albums/ad112/XidreDyan/?action=view¤t=dmY04MoKHKUxOw8hP0yp0.jpg" target="_blank"><img src="http://i927.photobucket.com/albums/ad112/XidreDyan/dmY04MoKHKUxOw8hP0yp0.jpg" border="0" alt="Photobucket"></a><br /><span style="color:#3366ff;">Querido amigo:<br />Era todo tan sencillo, tan fácil y tan natural a tu lado, que en ese momento, con el calor de tus labios aún reciente en los míos, supe que no podía durar.<br />Nunca tuve la suerte suficiente para que nada bueno me ocurriese. Me equivoqué no una, mil veces. Nada tenía sentido, nada era fácil. Pronto, las sonrisas fingidas se convirtieron en mis mejores sonrisas, porque las verdaderas se declararon extinguidas.<br />No había nada bueno en mí. Débil, frágil, me había caído tantas veces que las fracturas eran ya irreparables, ¿y quién pide una muñeca rota por Navidad?<br />Te confundiste conmigo, Romeo, elegiste a la Julieta equivocada. Te enamoraste de una fachada, un aspecto de niña feliz irreal y falso, y te viste atrapado en una red de sentimientos doloridos y palabras muertas que te arrastró hacia el abismo.<br />Yo no soy una chica sencilla y alegre, como tú. Soy depresiva, gris, aburrida, sentimental, autocompasiva, arisca, impaciente, triste, amarga, sin gracia, inútil, torpe, monótona, innecesaria… Yo sólo puedo ofrecerte un mundo sin color y con tendencias autodestructivas, no tengo nada adecuado para ti.<br />Pero no te das cuenta, ¿por qué? Y yo no tengo la fuerza suficiente para abrirte los ojos, no por temor a que me dejes, sino porque me es muy difícil luchar contra mí misma, contra mi egoísmo. Porque yo te quiero aquí, eso ya lo sabes. Eres como un bálsamo para mis heridas, haces que mi corazón deje de sangrar. Pero, aunque ya palpita, no cicatriza. Está roto, para siempre, ¿por qué no lo ves? No vas a conseguir cambiarme, desiste, es inútil. Vete, date por vencido como hicieron tantos otros.<br />Ay, Romeo, te equivocaste de Julieta. Yo no puedo hacerte feliz, no valgo para eso. Por ello, y porque mi infelicidad es tan grande como contagiosa, supe que lo nuestro no podía durar.<br />Y es una lástima, porque me gusta estar contigo, pero sabes que soy una bomba de relojería a punto de estallar, y mi onda expansiva nos despedazará a ambos si te quedas aquí. Es mi destino, no el tuyo, y no quiero arrastrarte conmigo.<br />Márchate, aléjate ahora que puedes, antes de que tu mundo se vuelva tan gris y triste como el mío. Es tu última oportunidad, la última, ¿lo oyes? La cuenta atrás a comenzado;</span> <span style="color:#33ff33;">Romeo, huye antes de que Julieta explote</span>.<br /><br /><span style="color:#3366ff;">Atentamente,</span><br /><span style="color:#3366ff;"><em>Xidre.</em></span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-21578205932628349562009-12-22T18:41:00.001+01:002009-12-22T20:54:00.913+01:00Ver, oír, hablar, oler, sentir.<span style="color:#3366ff;">Sangre transparente brota de sus ojos; sangre, porque cada lágrima es tan agónica como un último latido de un corazón joven. Agacha la cabeza, avergonzada, y contempla sus pies. Está tan acostumbrada a mirar hacia abajo, sin atreverse a clavar su mirada en aquellos que la miran, que las baldosas del suelo ya casi parecen sus viejas amigas.<br /><br />El reproductor de música suena para unos oídos sordos; ya sabes que a veces la tristeza y la autocompasión nos sumergen tan profundo que nuestros sentidos se atrofian y la realidad parece tan lejana y frágil como un sueño. No oye lo que quiere oír, tampoco lo que debe, sólo escucha los lamentos que gimen en su interior, pugnando por salir.<br /><br />No habla, ¿para qué? Siente como si cada una de sus palabras se desvaneciese antes de ser escuchada, como si intentar salir de un agujero sólo significase impulsarse más hacia adentro. No malgasta su voz, nunca fue derrochadora. Su mente grita desde dentro, grita tanto que la hace enmudecer, temerosa de chillar todo lo que siente, lo que guarda tan celosamente en esa cajita, bajo llave.<br /><br />En la cocina alguien prepara algo que debería oler bien. Debería, porque ella no puede percibirlo: su ambiente sólo huele a tristeza, a traición, a desesperación. Ojala con taparse la nariz y dejar de percibir esos aromas desagradables acabase todo.<br /><br />Hace frío. Lo sabe, pero no lo nota. Por la ventana abierta entra una brisa que mueve las cortinas blancas, las zarandea, y su pelo ondea al compás. Pero su piel no parece darse por aludida, ha olvidado cómo sentir el tacto del frío, de la brisa, de la suavidad congelada.<br /><br />Y entonces, calor. Eso sí lo percibe. Una mano cálida acaricia su brazo desnudo, con cuidado, con una delicadeza sutil e impropia que le hace reaccionar. Se gira, sintiendo escalofríos en su piel, tan poco reacia de pronto al contacto.<br /><br />Se ve envuelta por un aroma extraño, dulce, y cierra los ojos para dejarse llevar por ese olor que hace promesa de no traer consigo amarguras ni dolores. ¿Tristeza, traición, desesperación? ¿Dónde quedó todo eso? Ahora es algo mucho más amable y agradable lo que la envuelve.<br /><br />Sus labios se mueven, ansiosos, pero no pronuncian sonido alguno, su voz se ha oxidado por el desuso. Se lleva las manos a la garganta, incrédula: jamás pensó que eso podría ocurrir. Entonces esa calidez que le ha hecho despertar de su letargo acaricia su garganta, ella inspira su aroma, sus cuerdas vocales se suavizan. Sólo una palabra, la primera en mucho tiempo, mece las ondas de sonido de la habitación:<br /><br />- Gracias.<br /><br />No hay respuesta, tampoco es necesaria. Sus oídos se han centrado ahora en un sonido nuevo, fascinante, que nunca se había detenido a escuchar. Pum-pum, pum-pum, pum-pum. Un golpeteo necesario, vital, pero con una belleza que ella nunca se había detenido a paladear, que nunca había sabido apreciar. Pum-pum, pum-pum. Ahí estaba otra vez, era aquel ritmo el que borraba, con extraña regularidad y hermosa cadencia, cada gramo de autocompasión que atenazaba todo su ser.<br /><br />Abre los ojos y le ve allí, arrodillado en el suelo junto a ella. Su mano reposa sobre su cuello, donde antes había sanado una milésima parte de su dolor. Sus ojos oscuros, increíblemente profundos, no se dejan avasallar por los pozos de llanto que representan los de ella. Se acerca más, y en la mente de la chica se forma una espiral como un torbellino, que va absorbiendo toda la infelicidad y lanzándola por un sumidero que ella desconocía. No puede pensar en nada, pero da igual, porque respirar ya no duele.<br /><br />Los ojos de él la atrapan, la arrastran lejos, donde puede perderse, pero se siente protegida. El latido de los corazones de ambos se entremezcla en sus oídos, creando una melodía cada vez más hermosa y acelerada. La voz de él es como un bálsamo, y ella prueba a hablar también, sabiendo que al hacerlo ya no podrá parar, ¡tiene tanto que contar! El silencio llega de nuevo cuando él se inclina aún más hacia su rostro, y el aroma cálido del chico la envuelve, haciendo que ella sienta un febril deseo de acercarse más y aspirar más fuerte, más profundo. Y entonces llega el beso, tan suave y lento como hermoso, tan increíble y a la vez tan predecible. Ella siente como su piel se electriza al sentir el contacto de él, cómo el vello de su nuca se eriza al son del roce de sus labios.<br /><br />Sus cinco sentidos, aunados repentinamente, se zambullen ahora en ese sentimiento fiero y a la vez sutil, mal llamado amor, que sublima la agonía hasta hacerla deseable. Es un secreto, pero que sepas que a veces para salir de ese agujero negro que te has ido cavando, sólo necesitas hundirte un poco más para salir por el otro lado. Toda moneda tiene su doble cara, pero en ambas da la luz, de una u otra forma.</span><br /><span style="color:#3366ff;"></span><br /><span style="color:#3366ff;">·····················································································</span><br /><span style="color:#3366ff;"></span><br /><span style="color:#3366ff;">Bueno, poco a poco hay que recuperarse, ¿no es así?</span><br /><span style="color:#3366ff;">Xidre.</span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-49286608387428991242009-11-26T21:11:00.002+01:002009-11-26T21:16:05.716+01:00Espinita a espinita, paso a paso, quizás, no lo sé.<span style="color:#6633ff;">Frío. Tengo frío, estoy helada y, sin embargo, no soy capaz de levantarme a por una manta. Mi cuerpo yace sobre la cama, pero no siento, como otras veces, el suave roce de las sábanas en mi piel. Mis ojos están fijos en el techo, llorosos por todo el rato que llevo sin pestañear, pero no soy consciente de ello. Los minutos pasan, dañinos, clavándose como agujas en mi corazón marchito, y en mi boca un ocre sabor a nada me alimenta.<br /><br />No puedo moverme, no quiero. El nudo áspero que atenaza mi garganta parece tener una nueva amiga, una losa grande y dura que pesa sobre mi pecho, haciendo que respirar se me haga aún más difícil.<br /><br />Estoy enferma. ¿De qué? No lo sé. Puede que de ti, puede que de la vida en general. No sé, no me importa, ya no. Ya nada es lo mismo. Antes… Antes era tu luz lo que me guiaba hacia el final del túnel, ahora todo es oscuro, y la oscuridad es un depredador que me ha escogido como presa. </span><span style="color:#6633ff;"><br /></span><span style="color:#6633ff;"><br /><em>Nadie puede salvarme ahora. </em><br /><br />Cierro los ojos y siento las lágrimas correr por mis mejillas, a raudales, imparables. Los sollozos, que deberían convulsionar mi cuerpo, son silenciosos, pausados, porque ni siquiera tengo energías para más. Mis padres están preocupados, intentan que me mueva, que coma. Sé que mi madre incluso viene de vez en cuando a comprobar que sigo respirando. Y lo hago, de momento.<br /><br /></span><span style="color:#6633ff;"><em>Aunque cada vez es más difícil, mamá.<br /><br /></em>Y tú, mientras yo me muero de pena, ¿qué? Sé que caminas por ahí, tan feliz. Probablemente sigues soñando con ella, y ni siquiera te acuerdas de mi nombre. Pensar en ti me hace daño, mucho, pero me regocijo en mi dolor, porque lo merezco. ¡Ah, qué tonta, niña ilusa, te dejaste llevar y te equivocaste!<br /><br /></span><span style="color:#6633ff;"><em>Tú sólo fuiste un error, pero el peor de todos.<br /><br /></em>Mi corazón sólo late, marchito, porque el mundo quiere que siga latiendo. La verdad es que ya no tiene ningún motivo para hacerlo. Lleno de agujas que son miles de horas muertas, de pequeñas magulladuras fruto de las heridas que otra gente me causó, y atravesado de parte a parte por una estaca que lleva tu nombre grabado, sabe que no le queda mucho tiempo. Pero late, el pobre mártir agonizante, late aún. Aún me queda un soplo de vida.<br /></span><span style="color:#6633ff;"><em><br />No me marcharé tan pacíficamente, aunque parte de mí lo desee.<br /><br /></em>¿Y si supieses lo que siento? Alguna vez me lo he preguntado. Sólo tu luz puede darme la energía suficiente para salir de mi agujero, y no dejo de pensar que quizá si lo supieses no dudarías en ofrecérmela. O quizás no. Pero no aspiro a tanto, ¡oh, no, ya no!<br /><br /><em>De momento, iré sacando las agujas de mi corazón una a una, con lentitud</em>.<br /><br />Siempre me quedarán las cicatrices, tú lo sabes. El fuego seguirá ardiendo, devastador, en mi interior, aunque corra un tupido velo entre él y mi mente. Pero dame tiempo, dame tiempo y conseguiré esconderlo bien, para que le cueste resurgir y regresar.<br /><br />Mientras tanto, solo yazco, tumbada en la cama, llorando en silencio, curando con la sal de mis lágrimas le herida de mi corazón. Quizá algún día pueda volver a levantarme… O quizá no. </span><br /><br /><em><span style="color:#6633ff;">Espinita a espinita, paso a paso, tal vez lo consiga, no lo sé.</span></em><br /><em><span style="color:#6633ff;"></span></em><br />_________________________<br /><br />Vuelta a la melancolía, amigos míos.<br /><br />..Xidre..Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-40909501031253978832009-10-28T18:05:00.001+01:002009-10-28T18:06:17.738+01:00Yo no.Otra mañana, una más, de tantas. Abres los ojos y sonríes al verme tendida junto a ti, con el pelo extendido como una cascada oscura sobre la almohada y mi cuerpo escondido bajo las suaves sábanas blancas. Te gusta que esté ahí.<br /><br />Te levantas, te duchas, te vistes… El olor a café recién hecho llega a nuestra habitación en cálidas y tentadoras oleadas, y tú tarareas de nuevo la misma canción de todas las mañanas, la que dices que es nuestra canción. Y me miras, me sonríes aunque sigo dormida, y te acercas para acariciar mi mejilla como si aún no estuvieras seguro de que soy real. Te gusta mi sonrisa, mi pelo, el tacto de mi piel. Te gusto yo.<br /><br />Entonces es cuando me despierto, pero no abro los ojos. Finjo dormir, tendida, lánguida, inmóvil. Te observo de reojo ajustarte el nudo de la corbata y observarte en el espejo. Qué presumido eres cuando crees que no te veo. Buscas algo por la estantería, desesperadamente. Tienes prisa y, déjame adivinar… no encuentras las llaves. Me gustaría hacer como que todo el escándalo que montas no me despierta, pero sé que no sería creíble. Así que abro un ojo, uno sólo.<br /><br />- Están en la mesa de la cocina.<br /><br />Ahora me observas como si fuera tu salvadora, esa alma cándida que te guía a ti, despistado por naturaleza, con toda la bondad y la belleza del mundo fusionadas en su ser. La felicidad, ese sentimiento tan condenadamente intenso en el que vives sumido, brilla como una sombra latente en tus ojos, en tu rostro. Te acercas, me besas, me susurras “gracias” al oído. Y, por supuesto, mientras sales de la habitación, las palabras de rigor…<br /><br />- Te quiero.<br /><br />No contesto, nunca lo hago. No hace falta, o eso dices tú. Y nunca me preguntas por qué no lo hago. No has oído esas palabras salir de entre mis labios desde aquella vez, la primera vez, en la que las pronuncié sin pensar. Nunca supe ni sabré cómo pude mirarte a los ojos y pronunciar en voz alta una mentira tan grande. Aquel día, haciéndote feliz, me di cuenta de que era mala, mala como nadie. Qué cosas.<br /><br />Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba jugando, de que me aprovechaba de ti y de tu bondad, de que había dejado que nuestra amistad sobrepasase los límites de esa palabra, de que había permitido que las cosas se nos fueran de las manos… Y de que lo había hecho deliberadamente, por diversión.<br /><br />Y me sentí culpable. Nunca antes había experimentado la culpa, ¡no sabía lo que era! Ahora, cada vez que recuerdo ese dolor punzante en la nuca, ese nudo en la garganta que difícilmente me dejaba respirar… ahora sé que ni el castigo que me he autoimpuesto es suficiente para remendar todos mis errores. He metido la pata tantas, tantas, ¡tantas veces! Y tú fuiste mi mayor error, el mayor daño que he causado nunca…<br /><br />Eras mi mejor amigo, tan dulce, tan leal. Y me querías. Yo a ti también, no me malinterpretes, pero no de la misma manera. Eso no, eso nunca. Yo tardé años en darme cuenta de lo que sentías… Y cuando lo hice quise jugar, como hacía con tantos otros, sin darme cuenta de que tú eras más importante que todos ellos juntos. Tú, que me habías recogido tantas veces del suelo cuando estaba echa pedazos, tú, que me habías dado la mano para guiarme en los peores momentos… Tú me querías, y me quieres de verdad. En el fondo siempre tuviste la esperanza de que también te quisiese, y de que debajo de mi caparazón de chica cruel hubiese este alma cándida que finjo ser ahora. Pobre iluso.<br /><br />Cuando me di cuenta de lo lejos que nos había llevado mi juego, cuando pronuncié por primera y última vez las palabras prohibidas, fue entonces cuando supe que, si me echaba atrás, te perdería por completo. Todo se había desmadrado, y yo te había mentido tanto…<br /><br />Cómo duele la culpa. Cómo agobia saber que no es justo lo que has hecho, y saber que no tiene solución. Así que me puse freno a mi misma, y mi otro yo se enfadó, lloró, gritó, al ver sus alas de libertad arrancadas de cuajo. Ya vale, me dije. Ahora debía pagar por lo que había hecho.<br /><br />Este es mi castigo. Tú eres mi castigo. Sé que no es lógico, porque en definitiva mi convivencia contigo no es difícil, ni es dura, aunque la culpa vuelve cada vez que me susurras al oído que me amas, cada vez que me sonríes y cada vez que me explicas lo mucho que significo para ti. También sé que no es justo, porque te mereces algo mejor, aunque sé que tú querías estar conmigo, y estaré a tu lado hasta que dejes de quererlo. ¿Y sabes por qué? Porque, aunque me odio al decirlo, a tu lado no soy feliz. No lo suficiente… Mi infierno es tu cielo, pero tú te mereces ser feliz mucho más que yo… así que seguiré aquí hasta que tú digas basta.<br /><br />Me pregunto por qué no me preguntas por qué no te digo que te quiero. En ocasiones, incluso, dudo de si sabes todo lo que pasa por mi cabeza, si eres consciente de que, en realidad, no lo hago porque no te quiero, pero aún sigues empeñado en que algún día recapacitaré, me haré buena y me enamoraré de ti perdidamente. A veces, he de admitirlo, me gustaría pensar que podría ser así. La mayoría de las veces, sin embargo, simplemente, me pregunto cómo puedes llegar a ser tan iluso.<br /><br />La cuestión es… que me gusta el olor a café por las mañanas, y la canción que tarareas, esa que dices que es nuestra. Me gusta como te miras al espejo mientras te haces el nudo de la corbata, y como acaricias mi mejilla, como si yo solo fuese un sueño que se prolonga más de lo debido, como cuando despiertas y aún ves a la persona amada junto a ti, en la cama, con el cabello negro cayendo como una cascada oscura sobre la almohada y el cuerpo escondido bajo la sábana.Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-5857155880956093182009-10-09T20:08:00.001+02:002009-10-09T20:11:22.326+02:00Nueve de Octubre...<span style="color:#3333ff;">Cierras los ojos y te lo reprochas a ti misma, una, otra y otra vez. Porque sabes que nada ha cambiado, que todo sigue igual.<br /><br />Llegas a casa y cierras la puerta con ese gesto con el que se tira un día, con el que se quita la hoja atrasada del calendario cuando todo es igual y tú lo sabes. Al entrar, sientes la extrañeza de tus pasos resonando ya por el pasillo antes de moverte, y enciendes la luz para volver a comprobar que todo sigue en su sitio, que las cosas están exactamente colocadas, como lo han estado siempre y como lo estarán dentro de un año, a este paso…<br /><br />Y después te bañas, respetuosa y tristemente, igual que una suicida; miras tus libros como miran los árboles sus hojas caídas, y te sientes sola, humanamente sola, porque todo es igual y tú lo sabes.<br /><br />Pero, ¿cómo hacer que las cosas cambien cuando no eres capaz de plantarte frente a él, respirar hondo y pronunciar esas dos palabras que saben a tabú?<br /><br />Cuántas veces has oído eso de que “el que no arriesga no gana”… Y de qué poco te ha servido, no has borrado ni una pizca de tu miedo al cambio, de ese absurdo terror que le tienes a perderlo todo cuando no tienes nada. ¿Eres feliz? No. ¿Quieres serlo? Sí. Y sabes como podrías conseguirlo, sabes que deberías intentarlo, que no debes dejarlo todo como está porque esta situación te hace daño, porque a este paso no vas a progresar nunca…<br /><br />Y lo intentas. ¡Por fin! Fijas en él tu mirada, intentas llamar su atención con las cosas más tontas, y da resultado. Te ve, te oye, se da cuenta de que existes, de que estás ahí. Y eso te gusta… ¿Por qué no dar ya el paso final? Hablas con él, tomas aire, y aprietas los puños hasta que sientes tus propias uñas hundirse en las palmas de tus manos. Vas a decirlo…<br /><br />Pero otro “te quiero” muere en tus labios, donde comienza a verse un cementerio. No eres capaz, el miedo te atenaza, sientes tus rodillas temblar, las piernas no te responden…<br /><br />Y de nuevo cierras los ojos, y te lo reprochas a ti misma una, otra y otra vez. Porque sabes que nada ha cambiado, que todo sigue igual…<br /><br />…y otra vez te sientes sola, humanamente sola, porque TODO ES IGUAL, Y TÚ LO SABES.</span><br /><br />------------------------------<br /><br /><span style="font-size:85%;">Sí, todo es igual y lo sé...</span><br /><span style="font-size:85%;">En fin, ya he vuelto del unas largas vacaciones, ahora el intituto se come todo mi tiempo, y mi creatividad no está precisamente en su momento más álgido.</span><br /><span style="font-size:85%;">Espero que no os disguste demasiado.</span><br /><span style="font-size:85%;">Gracias por leer, como siempre.</span><br /><span style="font-size:85%;"></span><br /><span style="font-size:85%;">..Xidre..</span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-22980191354976530182009-07-06T17:57:00.004+02:002009-07-24T19:33:54.497+02:00La caja azulAcurrucada en el rincón más oscuro de la habitación, con los ojos cerrados con fuerza, espera. Sus manos de piel blanca y delicada sostienen una <span style="color:#3366ff;">cajita azul</span>, a la que se aferra con desesperación. No está dispuesta a dejar que se la quiten, la protegerá con su vida, si es necesario... Aunque sabe que sus esfuerzos serán en vano, que es demasiado frágil y que podrán pasar por encima de ella sin problemas, está dispuesta a darlo todo.<br /><br />Oye sus pasos en el piso de abajo, respiran pesadamente, la buscan. Y van a encontrarla. Toma aire, intenta despejar su mente para oponer una mínima resistencia contra ellos, para proteger lo que es suyo. Sus ojos siguen cerrados, se concentra, se prepara. Espera.<br /><br />No le van a dar mucho tiempo. Sus pasos ya resuenan por la escalera de madera, que cruje bajo su peso. Ella tiembla, aunque no teme por su propio futuro, sino por lo que van a hacer con el contenido de su <span style="color:#3366ff;">cofrecito</span>. Ellos han oído hablar de que el secreto de la que fue la joven más poderosa del reino, la más fuerte, la más mágica, se halla escondido en una diminuta <span style="color:#3366ff;">caja azul</span>, y son demasiado avaros como para no ir a buscarlo. Quieren poder... y no van a conseguirlo, se han equivocado. No es su antiguo poder lo que ella guarda en la <span style="color:#3366ff;">caja</span>. No es nada que pueda servirles... y, sin embargo, es tan vital para ella que no puede dejar que se la quiten.<br /><br />La puerta se abre, da un bandazo, choca contra la pared. Ella se alza, tan pequeña y tan débil que poco puede hacer contra sus brazos fuertes y sus armas. Luchan, ellos vencen. Ella cae. Allí, tirada en el suelo, observa como el hombre más grande del grupo arranca la caja de sus manos casi inertes. Emite un gemido sordo, anhelante, tan bajo que ninguno de ellos advierte siquiera que sus labios se han movido.<br /><br />- No, no, devuélvemela...<br /><br />Nada. El hombre abre la <span style="color:#3366ff;">caja</span> y la gira en sus manos. Nada. Mira su interior, aparentemente vacío, y no lo entiende. Unas últimas y desconsoladas lágrimas resbalan por las mejillas de la mujer, tirada en el suelo, mientras ve como el <span style="color:#999900;">polvo dorado</span> que se hallaba en la caja, imperceptible para los demás, se deshace y desaparece en el aire. No...<br /><br />- ¿Dónde está, bruja? ¿Dónde está el poder que tan celosamente guardabas?<br /><br />Él grita, y la zarandea. Pero ella no le ve. Sus ojos están velados, vacíos, todo lo que había dentro de ella está sufriendo el mismo destino que el <span style="color:#999900;">mágico polvo dorado</span>. Ella ya no es, ya no existe, pero él no lo entiende. Sabe que no esta muerta, siente como respira, asi que chilla más, y la sacude con fuerza. Ella no responde, no se queja, no le mira... No puede. Todo su ser se ha consumido, se ha esfumado, ya no queda nada...<br /><br />Porque necesitaba su <span style="color:#999900;">polvo dorado</span>, sembrado de imágenes invisibles a los ojos de los demás, porque en él residía su fuerza, su vitalidad, lo que fue y lo que era, incluso lo que pensaba que sería...<br /><br />Ellos lo dan por perdido. Confían en que ella agoniza, en que morirá pronto, y se van con las manos vacías. El más grande deja caer la <span style="color:#3366ff;">caja</span>, hueca, azul, pequeña y despoblada, que rebota hasta quedar junto al cuerpo inerte pero aún con vida de su propietaria.<br /><br />La mirada desolada de la mujer, perdida en el vacío, enfoca por última vez su preciada <span style="color:#3366ff;">cajita azul</span>, a la que otros suelen llamar <span style="color:#6600cc;">memoria</span>, en la que tan celosamente había escondido todos sus <span style="color:#ff6600;">recuerdos y pensamientos</span>, todo lo que la hacía ser persona, todo su ser... Era la memoria en la que se había guarecido a sí misma, transformada en delicado <span style="color:#999900;">polvo dorado</span>...<br /><br />Sus recuerdos, ahora transformados en pequeñas motas de <span style="color:#999900;">polvo</span> que se deslizan por todo el mundo, arrastrados por el viento, eran lo único que la había mantenido con vida hasta el momento. Por eso el pequeño <span style="color:#3366ff;">cofrecito azul</span> era tan valioso, aunque no tuviese valor alguno para los demás.<br /><br />Por eso, ahora que lo había perdido, su vida se escapa lentamente, abandona su cuerpo y vuela con el viento, lejos, muy lejos, quizá con la esperanza de volver a la vida, de volver a reunirse con sus recuerdos, en busca de su <span style="color:#999900;">polvillo dorado</span>...<br /><br />-----------------------------<br /><br />Os presento un pequeño relato extraño y algo insulso pero que, no sé por qué, me gusta ^^<br />espero que tampoco os desagrade a vosotros.<br /><br />Y nada más, ya solo me queda despedirme, porque a partir de mañana lo más probable es que no consiga volver a tener contacto con ordenadores e internet, y por tanto no voy a colgar nada hasta que vuelva. Por fin han llegado mis merecidas vacaciones...<br /><br />Un beso y hasta septiembre!! =)<br /><br /><span style="color:#ff0000;">...Xidr3... </span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-58133367231692273882009-07-01T16:19:00.003+02:002009-07-01T16:47:04.788+02:00el olvido<span style="color:#3366ff;"></span><br /><span style="color:#3366ff;"></span><br /><span style="color:#3366ff;">Ahora mismo, cuando me asomo por la ventana y observo las calles atestadas de gente, siento que no formo parte de este mundo, que no hay nada aquí con lo que yo encaje. Cómo han cambiado las cosas.</span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">Aún recuerdo con claridad cómo me sonreía el mundo, cómo brillaban las calles y lo amable y cariñosa que era la gente cuando caminaba a tu lado. Madrid no era Madrid, sino una sonrisa casi tan grande y hermosa como la tuya en la que uno podía vivir. Todo era acogedor, tierno, cálido, divertido, especial... Ahora todo es oscuro y agresivo, dañino, porque tú no estás aquí.</span><br /><span style="color:#3366ff;">Y eso no es lo peor. Entre la gente veo una cabellera castaña que me llama la atención, te detecto. Me gustaría chillar tu nombre y que acudieses a abrazarme tan fuerte como solías, que me dijeses que me querías una vez más. Pero no creo que a la chica que camina a tu lado le hiciese gracia.</span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">Lo has olvidado. ¿Cómo...? ¿Cómo has podido? Olvidaste lo que hubo, lo que podía haber habido, las tardes en tu casa, o en la mía, las sonrisas escondidas, las miradas cautivadas, los paseos por el parque, el contacto de nuestras manos y nuestros labios, la armonía de nuestras risas al unísono... Me olvidaste a mí.</span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">Yo nunca olvidaré, no puedo, lo intenté pero es imposible... A veces pienso que ni siquiera quiero olvidarlo, que nadaré en el dolor eternamente, arrepintiéndome de todo, autocompadeciéndome y preguntándome sin descanso qué fue mal.</span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">¿Qué falló? ¿Qué nos hizo caer desde la nube más alta? ¿Por qué te perdí y perdí lo nuestro? Fuimos a algún lugar que no debíamos, alguna palabra hizo más mella de la debida, dije algo que no quería, dijiste algo que no sentías, o que sí sentías y me escondías, gritamos, todo fue mal. Pero algo podría haberse salvado. Creo que no lo intentamos lo suficiente, que renunciamos demasiado pronto... Pero a ti te da igual.</span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">¿Lo lamentas? ¿Lamentas haberme olvidado con tanta facilidad? No creo que pienses demasiado en ello cuando miras a esa chica que me sustituye. ¿Es ella mejor que yo? ¿O es sólo mejor que el dolor? Ahora sé que nunca me mereciste, pero también sé que no me importa en absoluto. Sé que te quiero y que nunca olvidaré, que cada vez que cierre los ojos tendré pesadillas con tu rostro, con el que siempre fue un sueño soñar. </span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">Pero dime, ¿qué falló? ¿Qué nos hizo caer desde la nube más alta? ¿Por qué me perdiste y perdimos lo nuestro? Fuimos a algún lugar que no debíamos, alguna palabra hizo más mella de la debida, dijiste algo que no querías, dije algo que no sentía, gritamos, todo fue mal. ¿Deberíamos haber seguido intentándolo?</span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">Pero no, no puedes olvidarlo. No puede ser tan fácil porque si no yo ya habría encontrado la manera. Y sigo aquí, sumergida en el peor de los dolores, el dolor del amor, perguntándome una y otra vez qué fue mal y por qué me has olvidado. No te dejo, no te lo permito. No puedes olvidarte de nosotros, de cuando los dos éramos uno.</span><br /><br /><span style="color:#3366ff;">No te olvides de mí. No quiero que me olvides, y no me puedo creer que lo hayas hecho. Y, si así ha sido, si has conseguido pasar página y borrar nuestros recuerdos, sólo me queda una cosa que decirte, que pedirte, que rogarte... <strong><em>Enséñame cómo olvidar.</em></strong></span><br /><br /><strong><em><span style="color:#3366ff;"></span></em></strong><br /><br /><em><span style="color:#3366ff;">------------------------------------------</span></em><br /><br /><em><span style="color:#3366ff;"></span></em><br /><br /><span style="font-size:85%;"><em><span style="color:#ffffff;">No sé como habrá quedado, la verdad es que ni lo he repasado, ni repasarlo se encuentra entre mis planes. Es un sentimiento (inspirado en una canción, todo hay que decirlo) y no un relato. No sé qué os parecerá, pero esto, en concreto, no está hecho para ser de vuestro agrado. Es sólo algo que quería plasmar.</span></em><br /><em><span style="color:#ffffff;">Gracias por leerlo, de todas formas.</span></em><br /></span><br /><strong><em><span style="color:#ffffff;">Xidre.</span></em></strong>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-63318854165471691792009-06-23T19:22:00.004+02:002009-06-23T19:33:49.520+02:00... te quiero ...<span style="color:#ff0000;">Olvídalo, vamos, olvida lo que te he dicho. Ese momento no ha existido. Vamos, por favor… Haz como si mis labios no se hubieran abierto, o como si de ellos no hubiera salido sonido alguno. Venga, finge que no me has oído. Ni siquiera sé por qué lo he dicho, ni siquiera creo que yo misma sienta eso.<br /><br />- Lo siento, yo…<br /><br />No, no me pongas excusas, ¡eso no! Basta con que me digas “no he oído lo que has dicho”, sabes que no tendré el valor de repetírtelo ahora que centras en mí toda tu atención. Por favor… sabes que va a ser lo mejor para ambos.<br /><br />- … no puedo.<br /></span><br /><br /><span style="color:#ff0000;">- Sí, sí, lo sé, sólo bromeaba – suelto una risita nerviosamente. Mierda.<br /><br />No, no me mires así. No voy a permitirte que me mires con pena. Soy una niñata estúpida, pero no puedo tolerar que alguien como tú sienta lástima de mí.<br /><br />- En serio, era una broma… No te lo tomes a mal – insisto, intentando sonreír.<br /><br />Y asientes. Oh, vamos, no te lo crees, no puedes hacerlo. No me digas que te lo estás tragando, porque desaparecerá la buena opinión que tenía de ti. No puedes ser tan ingenuo. Mírame, venga, mírame. ¿Te parece que estoy bromeando? ¿Crees que las lágrimas que acuden a mis ojos son de mentira? Ni siquiera yo soy tan buena actriz, y lo sabes. Pero no voy a llorar delante de ti, no soy tan patética.<br /><br />Me giro, quiero alejarme de ti. Podías haber fingido que no me habías escuchado, y todo habría salido mejor. Ahora me siento fatal, ¿sabes? Y tampoco puedo echarte a ti la culpa, porque tú has hecho lo que tenías que hacer, simplemente has interpretado el rol que te toca. Ha sido esta maldita impulsividad, innecesaria y ridícula, la que me ha llevado a esta insostenible situación.<br /><br />Y entonces, me retienes, me acercas a ti. ¿Qué haces? No quiero tus disculpas, ni tu lástima, ni tu consideración. Déjame, o me sentiré peor.<br /><br />- Sabes – susurras, mientras una de tus manos acaricia mi mejilla -, si la situación hubiese sido otra, si las cosas no hubiesen estado así, me habría ido contigo al final del mundo. No habrías tenido la necesidad de morirte de vergüenza ante mí, de murmurar dos palabras rápidamente y de forma aturullada en mi oído y luego sentir el deseo de desaparecer, porque yo me habría acercado a ti mucho antes. Eres perfecta y lo has sido siempre. Pero sabes que debo decirte que no. Nuestros destinos no están ligados, y por eso no puedo…<br /></span><br /><br /><span style="color:#ff0000;">- No quiero que te disculpes. Y no me digas cosas así porque me hacen más daño. Me da la sensación de que podría haber habido algo… Y no lo va a haber, así que no quiero tener esperanzas. Suéltame, ya da igual.</span><br /><span style="color:#ff0000;"><br />Pero lo veo en tus ojos. No, no da igual, tú también querrías que esto hubiese sido de otra forma, que hubiese habido un futuro para nosotros dos. Y eso me destroza. Lo sé, lo sé, no puedes. Pero tampoco tienes la valentía de intentarlo. Ahora, si lo pienso con cabeza, no me arrepiento de haber dicho lo que he dicho. Necesitaba ver en tus ojos lo que estoy viendo. Eso me ayuda. Y no me importa tener que repetirlo, aunque sean palabras que no nos van a llevar a ningún sitio. </span><br /><br /><span style="color:#ff0000;"></span><br /><br /><span style="color:#ff0000;">Te quiero…</span><br /><br /><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5350576883779132050" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 280px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="http://1.bp.blogspot.com/_b2wHLw86D1I/SkERU8USWpI/AAAAAAAAANc/QkdWvkka2aE/s320/laralara.jpg" border="0" /><br /><br /><br /><br />__________________<br /><br /><br /><br />No sé por qué he escrito esto, ni mucho menos porqué lo publico: no es nada bueno. Y, sin embargo, mientras escribía el capítulo dos de una historia en la que estoy trabajando, ha surgido, así, sin tener nada que ver. No sé que más decir sobre esto... simplemente, prometer que pronto vendré con algo mejor.<br /><br /><br /><br /><span style="color:#000099;">.Xidre.</span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-9414191530767864242009-04-29T18:40:00.009+02:002009-04-29T18:53:08.468+02:00No mires...<span style="font-family:trebuchet ms;">Bueno... aqui estamos de nuevo, colgando cualquier chorradita simplemente para evitar que quede otro mes sin actualizaciones... La verdad es que estoy trabajando en una historia nueva, algo complicada =S Puede que, cuando acabe de limarlo y arreglarlo, cuelgue el prólogo por aquí, en busca de críticas. Ya informaré al respecto.<br />Por ahora, simplemente unos pequeños relatos cortos, si es que pueden llamarse así, porque algunos son sólo cortísimas escenas, llenarán este espacio. Espero que no os desagrade demasiado la idea. He aqui el primero, a ver qué os parece ;)<br /><br /><span style="color:#000099;"><strong><span style="font-size:130%;">No mires…</span></strong><br /></span><br />En el ático de uno de los más altos edificios de Nueva York, con las uñas clavadas en el alféizar de la ventana y los ojos dilatados por el terror, una niña de unos ocho años miraba fijamente al frente. Sus finos labios temblaban, pero su cuerpo se había paralizado por el miedo.<br /><a href="http://3.bp.blogspot.com/_b2wHLw86D1I/SfiFE5otkZI/AAAAAAAAAM8/Y_oUDSdBlTI/s1600-h/no+mires....jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5330156478230532498" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 250px; CURSOR: hand; HEIGHT: 271px" alt="" src="http://3.bp.blogspot.com/_b2wHLw86D1I/SfiFE5otkZI/AAAAAAAAAM8/Y_oUDSdBlTI/s320/no+mires....jpg" border="0" /></a><br />Me había visto. Casi podía observar el brillo peligroso de mis ojos reflejado en los suyos, mis colmillos alargados, mi figura recortada contra el negro cielo, y la tensión de todo mi cuerpo. Entendía perfectamente su comportamiento, y mientras me abalanzaba sobre mi víctima, sólo pensé: “<em>No mires, pequeña</em>”.<br /><br /><br /></span><br /><p><span style="font-family:trebuchet ms;"></span> </p><p><span style="font-family:trebuchet ms;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/_b2wHLw86D1I/SfiFE5otkZI/AAAAAAAAAM8/Y_oUDSdBlTI/s1600-h/no+mires....jpg"></a> </p><br /><span style="color:#ff0000;">*Xidre</span></span><br /></span>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6807068114349035016.post-8409439679615711372009-03-09T19:47:00.004+01:002009-03-09T20:03:31.800+01:00Nueve de MarzoNueve de Marzo. Hoy es un día especial para mí. Hoy he recibido buenas noticias, y también malas; me he sentido derrumbada y feliz; y no he podido evitar recordar...<br />No me gusta esta fecha, ni los recuerdos que conlleva atados a sí misma, pero una parte de mí no puede evitar conmemorarla... ¿Y qué mejor manera de publicar aquí un texto que escribí el mismo nueve de Marzo, pero hace exactamente un año? Advierto que no es especialmente feliz, sino que claramente como pide la ocasión... triste. Espero que, pese a todo, os guste.<br /><br />______________________<br /><br /><strong>---Dolor---</strong><br /><br />Llorar. Eso era todo lo que quería, lo que necesitaba. Sumergirme en un mar de lágrimas y no salir a la superficie nunca más, ahogarme en él mientras la desesperación carcomía mi mente, desaparecer… Pero no podía. Debía mantenerme serena al menos hasta que todas aquellas personas se hubiesen marchado.<br /><br />Poco a poco, las cercanías de la tumba de mi familia fueron quedándose vacías, despobladas. Todo el mundo se despedía de mí con una sonrisa amable y cortés, unas palabras de ánimo y un “lo siento”. Y besos, besos y más besos por todas partes: de familiares, amigos, vecinos, conocidos… y desconocidos. Todo el mundo esbozaba sonrisas llenas de falsa tristeza, todo era pura falsedad. Y aquello no hacía más que acentuar mi pena.<br /><br />Era difícil sentir otra cosa aparte de tristeza cuando la muerte te pasaba tan cerca y se llevaba consigo a los seres queridos. Mi padre, mi madre, mi hermana pequeña… Ya no me quedaba nadie, y no me sentía lo suficientemente fuerte como para soportarlo.<br /><br />Cuando todas las personas que habían acudido al funeral se fueron, mi máscara de dureza se rompió en pedazos, y caí al suelo rota de dolor. Me habían abandonado, me habían dejado sola, a merced de la tempestad, por así decirlo. ¿Por qué?<br /><br />El llanto afloró, a la vez que el dolor, a la superficie. ¿Qué iba a hacer yo ahora? Tenía apenas dieciocho años recién cumplidos, acababa de terminar el instituto… Y no me sentía capaz de enfrentarme yo sola a la vida. No es que me viera en apuros económicos, mis padres me habían dejado una sustanciosa fortuna, pero me sentía tan sola, tan desamparada, tan desprotegida…<br /><br />Todo había ocurrido dos días antes. Papá llevaba unos días algo nervioso, y aquella mañana se le notaba aún más: tenía ojeras y cara de estar enfermo e infinitamente preocupado. Aquella mañana se empeñó en sacarnos a mamá, a Lilian y a mí de la ciudad, como si hubiese algo de lo que quería huir. Mamá accedió encantada, como buena excursionista, y Lilian era todavía demasiado pequeña como para que sus quejas tuviesen algún efecto, pero yo me negué. No, no y no. Discutimos, y al final se fueron los tres solos.<br /><br />El día pasó con suavidad, lentamente, pero a la hora del crepúsculo comencé a preocuparme. Ya deberían haber regresado… Oscureció, y las horas se volvieron angustiosas, pesadas. Marqué todo el rato el número de móvil de mis padres, pero nadie respondía… Y entonces sonó el teléfono.<br /><br />- ¿Margaret Johnson? – preguntó una voz de hombre, grave y un poco metalizada.<br />- Sí.<br />- Tengo… Tengo malas noticias para usted.<br /><br />Y allí estaba yo, dos días más tarde, sollozando como una niña sobre la tumba de mis únicos familiares, de mis progenitores y mi pequeña hermana de siete años… Desde el instante en que sonó el teléfono mi mundo parecía empeñado en desmoronarse, y yo no podía hacer nada para evitarlo.<br /><br />Tardé un poco, pero finalmente hice acopio de las pocas fuerzas que me quedaban y me levanté, limpiándome las lágrimas con el dorso de la mano. “Tu aspecto es lamentable”, me habría dicho mamá. Pero ella ya no estaba allí para eso… Ni para nada, en realidad.<br /><br />Conduje hasta mi casa, pero cuando llegué a la puerta no me vi capaz de entrar. Me senté en la hierba del jardín, estropeando aún más aquel vestido negro que esperaba no tener que volver a ponerme nunca. Era bonito, pero simbolizaba tanto dolor y acumulaba tantos malos recuerdos…<br /><br />Supongo que perdí la noción del tiempo, porque cuando me quise dar cuenta ya era de noche. Las estrellas brillaban sobre mi cabeza, y no pude evitar recordar la película del Rey León, en la que le decían a Simba que su padre le observaba desde el cielo, desde las propias estrellas, y deseé que mis padres también pudieran hacerlo. Yo no era especialmente creyente, pero el desamparo producido por la falta de mis progenitores me llevó a desear que, desde donde quiera que fuese, pudieran observarme y, en definitiva, pensar en mí, recordarme y echarme de menos. Como yo les añoraba y lloraba su ausencia.<br /><br />De pronto, una fina lluvia comenzó a caer sobre mi cabeza, y tuve que levantarme y olvidar mis ensoñaciones. Subí las escaleras del porche y, tras tomar todo el aire que pude, introduje la llave en la cerradura.<br /><br />Un frío extraño y desolador se apoderó de mí. Tenía que marcharme, que alejarme de aquella casa todo lo posible, lo supe en cuanto mis pasos resonaron con eco en aquella enorme casa vacía y fría. Ya no había nada que me atase a ese lugar, ni siquiera unos buenos recuerdos, pues en aquel momento estaban sepultados bajo la pena, y entendí que tenía que irme.<br /><br />Corrí hasta mi habitación casi con los ojos cerrados para no tener que ver las habitaciones de mis padres y mi hermana, tan vacías y desoladoras sin ellos. Abrí el armario con energía y comencé a hacer la maleta, sabiendo que mientras me mantuviese concentrada en ello no se me caería el mundo encima.<br />La maleta se fue llenando de ropa, neceseres y bolsas de zapatos, y el armario y mi habitación se iban vaciando a la vez. Cogí un jersey blanco que me encantaba y lo aplasté contra el resto de las cosas: a aquel paso me iba a tener que sentar sobre la bolsa para que cerrara. Suspirando, me volví hacia el armario y me fijé en lo que había quedado al descubierto al tirar del suéter.<br /><br />Mis regalos de cumpleaños. Allí estaban, asomando, aún sin ordenar desde que me los habían entregado la semana anterior. Habían quedado sepultados en el fondo del armario, a espera de una mejor colocación, y los últimos acontecimientos me habían llevado a olvidarme de ellos.<br /><br />Los fui sacando, uno a uno. Unas deportivas, una chaqueta de cuero, dos libros, un CD, una cámara de fotos, un colgante con una extraña piedra y una pulsera hecha de un material desconocido. Todo fue a parar a la maleta, aunque en el último momento extraje el CD y la pulsera y los metí en el bolso.<br /><br />También tomé la cámara fotográfica y miré en la memoria las fotos que ya había hecho. Tan sólo había una, del mismo día de mi cumpleaños: mis padres y mi hermana sonreían desde la pantalla, claramente divertidos. Recordé la escena y sollocé; había pasado tan poco tiempo desde entonces y habían cambiado tanto las cosas…<br /><br />Pero no, no era momento de llorar otra vez. Me sequé las lágrimas, me cambié de ropa y cerré la maleta para cargarla escaleras abajo. No tardé en meterla en el coche, y me subí yo también. Metí las llaves en el contacto y… Y no pude arrancar. Volví a coger la cámara de fotos y salí del auto.<br /><br />Ahora ya había una segunda imagen en la memoria: mi hogar, o la casa que lo había sido durante dieciocho años, quedó retratada en la cámara y en mis recuerdos. En aquel momento, las campanas de la iglesia dieron las doce campanadas.<br /><br />_________________________<br /><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/ytMgAWCl4U0&hl=es&fs=1&color1=0x006699&color2=0x54abd6"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/ytMgAWCl4U0&hl=es&fs=1&color1=0x006699&color2=0x54abd6" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Xidrehttp://www.blogger.com/profile/11373273404324379549noreply@blogger.com6