lunes, 12 de noviembre de 2007

...un triste final para una corta historia...

Dejo aquí algo que escribí anoche... Es un poco lacrimógeno si llegas a meterte realmente en la cortísima historia. Me valdría para el final de una histo, pero como por ahora no se me ocurre como escribirla, lo cuelgo aquí. Espero que os guste, queridísimos lectores.

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket


Levanté la mirada y todavía seguía ahí. No, no era un sueño... Ni una pesadilla. Sus ojos de frío hielo se clavaban como congeladas espinas en cada centímetro de mi piel, y el desprecio que se dibujaba en su sonrisa hacía que mi corazón se rompiese en pedazos. Yo aún le amaba, él lo sabía... Y él me había amado. ¿Pero era eso suficiente? ¿Era suficiente para perdonarme la vida ahora?

Alzó una mano y cogió con ella mi barbilla. Me obligó a alzar la cabeza, y, aunque me resistí, su fuerza sobrehumana me acabó venciendo. Su mirada me taladró la mente, y no pude evitar temblar. No podía ser la misma persona a la que yo había adorado, era imposible que el joven que me había jurado amor eterno con tanta dulzura estuviera ahora allí, sujetando un puñal contra mi cuello y obligándome a mirarle a los ojos.

- Princesa... - susurró.
- No me llames así - me quejé -. Mátame ya, pero no me hagas sufrir de esta forma. No puedo soportarlo...
- Eres tan hermosa... - murmuró, pero sin dejar que se plasmase ninguna emoción en su voz - Matarte es un crimen horrible, pequeña. No sabes lo que vales, nadie lo supo ver nunca... Sólo yo, que irónicamente voy a ser tu asesino, entendí quién eres, por qué debes morir aunque seas el ser más perfecto que ha pisado nunca este planeta, entendí por qué te amaba tanto…
- Mátame - supliqué, siendo incapaz de controlar algunas lágrimas -. Pero no me hagas esto... Si algún día yo signifiqué algo para ti, evítame este sufrimiento.
- ¿Te preguntas si significaste algo para mí? ¿Si te quise? - perguntó, furioso. Era la primera vez que demostraba algún sentimiento - ¿Cómo puedes dudarlo?
- Lo dudo, sí - musité, rompiendo a llorar definitivamente -. Me has hecho tanto daño...
- Era necesario que me odiases, pequeña. Tienes que odiarme para que no me duela a mí.
- Eso es muy egoísta, ¿sabes?
- Siempre supiste que yo era egoísta.
- Y siempre tuve la esperanza de poder cambiarte.

Sonrió con frialdad e hizo un gesto de aburrimiento.

- Dejemos la charla. Pero antes permíteme decirte algo, pequeña… Eres la única mujer a la que he amado, la única por la que entregaría mi vida. No lo dudes nunca.
- ¿Acaso voy a tener tiempo de dudarlo? – dije, mientras las lágrimas empapaban mi cara.
- No llores, princesa. No hay lugar en este mundo para las lágrimas de un ángel… Por favor, no llores – suplicó.

Le miré, molesta porque él era capaz de pedirme que no llorase aún cuando el causante de mis lágrimas era él. Porque yo no le tenía miedo a la muerte; me había enfrentado tantas veces a ella… Lo que me aterrorizaba era, aunque me doliese admitirlo, no volver a verle nunca más.

- Además – susurró -, ¿desde cuándo lloras tú? ¿Ahora te da miedo morir? ¿Qué ha pasado con la terrible guerrera a la que conocí?
- Nunca le tuve miedo a la muerte, y menos ahora que se presenta definitivamente ante mí. Sabes que siempre acepté mi destino, aunque ello no significa que no intentase cambiarlo. Sin embargo ahora… no lloro por mi muerte, sino por mi asesino.
- No eres tú la única que sufre, princesa. Hay una parte de mí que morirá contigo y ambos lo sabemos. Matarte es como matar al último resquicio de humanidad que me queda…

Su mano, la que sujetaba con fuerza mi barbilla, se deslizó por mi mejilla, recogiendo algunas de mis lágrimas y entregándome una última caricia consoladora. Cerré los ojos, destrozada, y por ello no pude ver como se inclinaba hacia mí…

Sus labios se unieron con los míos durante apenas un segundo o dos, no más. Fue nuestro último beso, y sin embargo, el más tierno y frío de todos a la vez. Una despedida entre mi alma y aquella parte de la suya que me amaba, aquel, como él lo había llamado, resquicio de humanidad que le quedaba.

Le miré horrorizada, cuando se separó de mí: durante el beso había podido sentir como se desvanecía lo poco que quedaba de su amor por mí, como me había entregado su recuerdo para olvidarlo él, como deseaba deshacerse de mí para eliminar aquel sentimiento que le hacía débil.

- Ya no queda nada que tenga valor para mí en este mundo – jadeé -. Mátame, te lo ruego.

Para mi desgracia pude observar una gran pena en sus ojos mientras apretaba su puñal contra mi cuello. En mi último segundo de vida escuché su voz, mi consuelo…

- Adiós, mi vida – susurró -. Siempre te he querido… Y siempre te querré.



Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket
Y se fue...

.-*[Xidre]*-.